Dentro de las 5 hectáreas donadas por Victorino Mutinelli al municipio de Garupá para la creación del Balneario, se edificó una confitería para concesionarla. El intendente de facto era Miguel Ángel Esquivel. Se levantaba como un mirador hacia el Arroyo Garupá como un amplio divisadero de las instalaciones. En la memoria de los garupaenses y otros, quedó el emblemático lugar. Hoy sus escombros están sumergidos bajo las aguas de la inundación lacustre de Yacyretá. En la siguiente nota a Alberto "Chango" Coroleu revelamos secretos del mítico salón bailable.
- Tuve una actividad con el balneario en mi época de soltero; puse un boliche cuando vine de Córdoba.
¿Era el Okinawa, no?
- Okinawa era mío; era una sociedad entre el Negro Ramírez y yo.
¿Cómo se te ocurrió ponerle Okinawa? Contame la historia.
- Y Okinawa surgió, nosotros éramos muy jóvenes. En ese tiempo el Negro Ramírez era Secretario de Gobierno. Estaba el balneario. Lo había hecho Miguel Esquivel. (Intendente de facto)
Y a vos se te prendió la lamparita de hacer un boliche...
- Claro, porque el boliche estaba, pero se había prendido fuego, no sé qué mier..! En esa gestión se tercerizaron parte de las cosas. La venta de bebidas. Hicieron esa estructura grande, bien hecha, que era la confitería. Se llamaba "la confitería del balneario". Un lugar privilegiado, muy bacán, muy bien logrado, porque era como un quincho, muy grande, con volados a los costados para comer al aire libre.
- El nombre Okinawa se lo puse yo. Caminando por Posadas una tarde-noche, íbamos con el Negro; estábamos laburando para ponerle cosas, las luces y eso. Y pasamos por una casa de electricidad famosa que estaba en la calle Sarmiento y... no me acuerdo la otra. Y paramos ahí a mirar la luz y veo un cartelito de un producto, de una lámpara ¡Okinawa!. Y le digo:
- " Ché Negro, ¿Qué te parece si le ponemos Okinawa?"
- " Uh, está rebueno, me dijo. Vamos a ponerle. Ahí quedó..."Okinawa".
Solo porque te sonó lindo.
- Sí, sí, sí, nada en especial, nada en especial. Y ahí estuvimos...no recuerdo cuánto tiempo. ¡Nos fué bárbaro! porque era un lugar... reservado, tranquilo.
¿Cómo trabajaba en Okinawa? ¿Lo hacía todo el día?
- No, no... Era por temporada, ¿no? Viste cómo es, el fin de semana tenía mucha más actividad por balneario, funcionábamos a la tarde-noche. Pero las noches antes no eran como las de ahora. Las noches antes eran una, dos de la mañana y terminó la historia.
¿Y qué ponían, música para bailar?
Sí, sí, sí, se ponía. Era una discoteca, como le decíamos a nosotros antes. Vos te ibas a la tarde - noche, por ejemplo, a sentarte a tomar algo, de arriba tenías una visión del balneario, del Arroyo Garupá. Un lugar muy piola era. Y después a la noche se iba convirtiendo en un boliche pero con discoteca. Teníamos un DJ ahí que pasaba discos. Se hizo muy popular. Y así surgió el nombre Okinawa.
¿Y qué pasó? ¿Ustedes fueron los últimos? ¿Lo abandonaron ustedes?
- Sí, sí, sí. Después no, no, no sé. Era una concesión. Y como estaba el negro Ramírez de por medio, que era Secretario de Gobierno...no había mucho drama.
No sabías o no te imaginabas lo que estabas impregnando en Garupá, un ícono de su historia...
- No. Estaba en un cúmulo de cosas que no me dejaban mucho tiempo para meterme en Okinawa. Hacía las compras pero el Negro estaba más metido. El Negro fue un personaje; era un tipo lindo, un tipo agradable. ¡Víctor Hugo Ramírez.. ahora me acordé del nombre!