El pueblo misionero se hace el dormido.

Esta vez el peso de la historia esta en las manos del pueblo, no de los dirigentes. Solamente falta que el pueblo se de cuenta de la virtud, la responsabilidad y la urgencia que tiene por delante. Debe despertar de la comodidad socio política.
En Misiones existen notorias características hacia el No compromiso:
a) Dejarle todo al otro para que lo haga por uno. b) Esperar que el otro le de algo a cambio porque es una sociedad que únicamente se mueve por interés y es de un egoísmo insoportable. c) Estar atento para aprovechar toda ventaja posible como si se tratara de asaltar un camión azucarero volcado en la ruta. d) Lamentarse con sutiles quejidos pero aceptar y aguantar mansamente que el poderoso de turno tiene derecho a una vejación constante y como se le venga en gana.
Por eso se explica como la vieja política con sus consuetudinarios políticos lugareños, intenta protagonizar, ley de lemas mediante, la representación de mas de lo mismo. Cada instancia electoral en Misiones es un "yopara" incomible de candidatos repetidos desde hace cuatro décadas.
Los de mas dinero y alforja, fomentan practicas caducas de convencer por la capacidad de dádivas mas que de planificación porque la pobreza es la idéntica o peor que las elecciones anteriores. Todo es mentira. Mentira descarada.
Y esa vieja política escarba en las necesidades de los mas pobres y de los mas ignorantes. Se vuelca en copiosas dosis de somníferos sociales que se inoculan en forma de promesas, víboras enroscadas y nada mas.
De los que participan de la claque de la Renovación y de los opositores tiernos a la misma, se puede esperar siempre la misma conducta. Unos, los oficialistas, cataratas de pleitesías al misionerismo egoísta y los otros, los disimuladores, propuestas livianitas como boleadoras de marlo. En ambos casos, se trata de mantener el status quo vigente. A todos les va bien así. Menos al pueblo.
En resumen. Un pueblo de conciencia apoltronada, sin ganas de cambiar nada que afecte a la telaraña de cargos y puestos en el Estado por miedo e intereses familiares, puede permanecer siglos sin ver la realidad que lo somete. Haciéndose el dormido a propósito.

Por Alcides Cruz