Por Alcides Cruz
Usted que tiene el privilegio, el poder adquisitivo de mandar a su hijo a la escuela privada, confesional o no, con nombres de santas y de santos debe pensar qué esta a salvo de las miserias generales.
Para eso se rompe el lomo - dirá con cierto orgullo - e inclusive se priva de algunos gustos o necesidades. Es la ley de la vida dejar pichones que vuelen bien. Insisto. Usted tiene la suerte de tener unos pesos más porque en la tesorería del colegio "San..." no atiende Jesucristo precisamente.
Pero su niño/ de uniforme a cuadrillé, que viaja en el colectivo subvencionado al centro de Posadas, verá a unas gentes grises, borrosas tras los vidrios empañados, acampando en las veredas.
Bajo las carpas o bajo unos plásticos, revirando comida "a lo tarefero", extendiendo las manos para calentarlas, con carteles que claman por un salario digno.
En esa sola mirada de asombro al pasar, sepa que su hijo/a está aprendiendo más que nunca.
Aunque suene a prejuicio o resentimiento, arriesgo estas palabras padres misioneros, porque veo una sociedad insensible e individualista. Y no me gusta. ¿Qué quiere que le diga?
Una sociedad de perros que ladran al bulto al anochecer u otros perros callejeros que deambulan buscando comida entre los hedores de una moral descompuesta.
Estoy seguro que aceptará que "no era así antes". Éramos chicos pero veíamos a nuestros padres orgullosos de los guardapolvos blancos. La escuelita del campo o de la ciudad era como el cielo, igual para todos.
Hoy en Misiones tenemos enormes diferencias, no solamente en lo humano como el salario, sino en la materialidad de las oportunidades.
Chicos subalimentados, escuelas sin tizas ni lavandina frente a prédicas de drones y robótica. No encajan las "realidades futuristas" con el presente de carne y hueso.
Es una provincia de los unos y los otros. Los nuestros y aquellos. No hay armonía por lo tanto no hay "paz" aunque los dirigentes quieran disolverla en la humareda de sus intereses políticos.
Eso quieren los de arriba. Una sociedad excluyente y dividida.
Le propongo algo, papá, mamá. Mande a su hijo/a a una maestra particular, única e irrepetible. Mande a que tome un par de horas de una materia que el poder quiere que desaparezca. Una clase llamada "dignidad".
En la vereda. Junto a una carpa. Al calor de la esperanza; para No criar a un genio de las ciencias pero con el corazón bobo de egoísmo.
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