Con la frente marchita es la combinación de una historia de amor con la historia más reciente de Argentina, donde Joaquín Sabina consigue hacer una verdadera obra de arte. En esa canción confluyen sus puntos fuertes: las historias de amor y las descripciones de las ciudades.
Carlos Gardel, y un letargo de tango, mas el titulo de una de las obras más famosas es la referencia emotiva central. Tambien aparece Jorge Luis Borges y la imagen poderosa de Evita, como reflejo de la densidad política de la época de exilios de muchos argentinos en España, otro de los refugios de los perseguidos por la dictadura militar del 76 por sus ideas.
Es una canción de dos continentes y dos aguas: las del mar andaluz y las del Río de la Plata.
Atraviesa la nostalgia por volver mientras la historia de un amor inconcluso tiene el remanente de recuerdos de la feria del Rastro, del sobrevivir con lo que se pueda.
Dramáticamente bella.
Es una canción de regresos a un primer amor; el volver al lugar del otro, una canción de extranjeros sentimentales que se buscan en el recuerdo de cosas que se contaron en la intimidad.
La Argentina del comienzo de la era democrática que recoge a sus hijos desde otras tierras.
Aquellas banderas de la patria liberada de opresores y del Perón Vuelve resuenan en los versos de la canción.
La boina calada del Che está en el imaginario colectivo de todo el mundo. Uno de los iconos de la ciudad de Buenos Aires es la Plaza de Mayo, y en la canción hace referencia a uno de los acontecimientos más duros de los que se ha vivido allí, Las Madres de la Plaza de Mayo.
Aquellas banderas de la patria de la primavera
a decirme que existe el olvido esta noche han venido
te sentaba tan bien esa boina calada al estilo del Ché
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear
y al llegar y me puse a gritar ¿donde estás?
Los bandoneones justamente elegidos para dar marco a la nostalgia, predisponen para el clima que llegaba a la cima al final del tema con la imagen desolada del tipo gritando el nombre de una mujer en Plaza de Mayo.
Una canción que cuenta una historia emocionante y hermosa, de amor y de política, de viajes y de desencuentros, acompañada por un gran estribillo. Es una canción triste y dulce a la vez:
Sabina apareció artísticamente en la Argentina allá por el año 91; apenas tenía un solo disco larga duración llamado "mentiras piadosas". Y para muchos que vivieron aquellos años, también se lo compraba en casettes en las plazas de Buenos Aires.
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