Antes de empezar a leer debe saber usted que NO promuevo nada contra la vida. Dicho esto, vamos al tema.
El 95% de los casos de aborto se realizan por la vía medicamentosa. Las mujeres toman o se inyectan drogas abortivas. En estado embrionario de pocos días, el embarazo logra ser interrumpido. En muchos casos NO, por lo que la mujer comienza con los riesgos que conlleva un feto muerto en su vientre.
Aquí se presenta un HECHO ESTRICTAMENTE MÉDICO.
Allí es donde tiene que intervenir la salud pública atendiendo la urgencia para evitar otra muerte por infección interna.
Esa mujer que decidió interrumpir su embarazo - equivocada o no - tiene el derecho íntimo de hacerlo. Nadie - ni curas ni evangélicos - tiene el derecho de juzgarla. Solo Dios.
Solamente una cosa hay que hacer. Evitar que se muera y NO enjuiciarla penalmente. Por ello es indispensable poner las cosas en su lugar con una ley. El Estado tiene la obligación de estar presente.
El Estado no es de los curas ni de los pastores. Ellos No son un absoluto. De ellos depende predicar que NO ocurra el embarazo no deseado o bien dar el ejemplo con menos abusos y pedofilia.
Por mas predicadores de una vida casta y pastoril, la historia acelerada de los últimos 50 años ha mostrado el fracaso de la moral victoriana, luterana o de las religiones en general.
Es la misma Iglesia - genéricamente hablando - que se lamenta de los excluidos, de los pobres desde la cuna, de la germinación de los lúmpenes de la marginalidad.
El propio sistema de consumo ha creado las condiciones subyacentes para que se produzcan millones de embarazos en condiciones de adversidad social y sanitaria. ¿O no vemos niños condenados a la muerte en campamentos de refugiados o vagando por las calles de las ciudades?
¿Pues dónde están esos objetores de conciencia que no aparecen cuando las papas queman?
Pero también las mujeres adineradas se hacen legrar sus fetos en buenas clínicas privadas. En los embarazos no deseados hay infidelidades, opción por la carrera profesional y unas cuantas excusas más.
Las cuestiones de conciencia son individuales. Con ley o sin ley van a seguir ocurriendo los embarazos indeseados. Sobre todo en sociedades donde se fomenta a través de los medios de comunicación y propaganda la sexualización permanente.
El mundo se ha vuelto tribal y básico con otro ropaje más moderno para el placer y la lujuria.
Urge tener una LEY DE PROTECCIÓN SANITARIA para las mujeres ricas y pobres. Sin distinción.
Para que no se mueran.
Alcides Cruz
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