Pablo R. García es productor de TV y director de medios audiovisuales, propone el empoderamiento de los medios de cercanía como estrategia para combatir la manipulación informativa de las grandes corporaciones. Dice lo siquiente:
Hace unos días escuche desde mi pulmón de manzana la conversación de una señora de unos 60 años con su nuera de alrededor de 40. Como mi vecina es media sorda, ya se qué consume en la tele y es una de esas personas promedio que siempre imaginé como público cada vez que me tocó asumir la pelea por el rating.
Vecina - ¿viste lo de las embarazadas de Formosa que se van al monte ?
Nuera- No, ni idea. Pero ¿por qué?
-Porque tienen miedo
-¿De qué tienen miedo, de los maridos?
-No, del gobernador.
-¿Cómo ? pero, ¿qué les hace el gobernador?
-No viste que es un hdp. Salió en todos lados.
-Pero, qué barbaridad! ¿y qué les hace?
-Les roba los pibes, encarcela a los enfermos, es como un dictador.
-¿El gobernador hace eso?, ¿Quién es?
-Ni idea, pero es un reverendo hdp, salió en todos lados.
-No sé, la verdad no me interesa la política.
-No, a mi tampoco pero vos vivís en un frasco querida.
Esa señora es una buena vecina. Amable, atenta, considerada y solidaria pero no le interesa que la aburran con el contexto histórico, datos, análisis político y mucho menos debates sobre el periodismo.
La señora como millones laburan muchas horas por día, tiene una casa que atender, nietos, hijos, amigos , médicos que visitar, y debe estar atenta para que no la estafen o avasallen en cosas simples cada día.
Todos sabemos que lo normal es dedicar tiempo a reclamar por un sobreprecio en una distribuidora eléctrica, un descuento ilegal en un salario o un cargo oculto en un banco; situaciones que carga la cotidianidad con bronca, impotencia y una sensación de desprotección permanente.
Luego de escuchar una decena de esas conversaciones me pregunto ¿cómo se puede combatir la estigmatización de este tsunami de odio y violencia mediática diaria que tienen la facilidad de llegar como un paquete cerrado para consumir en segundos y conseguir algún tipo de tranquilidad mediante la indignación, asignándole a un malo todas la frustraciones que se sufren por vivir a merced del poder de unos pocos?
¿Cómo lograr que esta señora no se cargue de adjetivos calificativos a través de periodistas que juegan un rol mas allá de los hechos para generarle su propio odio irracional?¿Será posible lograr acercarla a argumentos claros desde otros medios? ¿Habrá que pensar en periodistas que actúen y usen la misma lógica irracional pero con otros discursos? ¿Sirve un contra-Clarin/LaNacion para darle pelea golpe contra golpe? ¿Al odio se lo vence con las prácticas de los odiadores ?
En mi experiencia no se puede combatir con las mismas reglas de juego de quien ostenta el poder.
Tampoco sirve el contra ataque personal a los periodistas diseminadores del odio porque lo que se logra es que adopten la postura de victima y le de una nueva cepa a su manipulación mediática.
La disputa por el sentido esta planteada hace tiempo y hay antecedentes de creación de los propios medios masivos que contesten el odio con el odio. También se intentó cooptar jugadores para dividir el frente hegemónico, se trabajó sobre la promoción pura, amable y propositiva desde medios estatales con contenidos didácticos y hasta hoy la pelea se sigue perdiendo. El camino de la regulación del mercado, mediante leyes antimonopólicas, o la punitividad del mentiroso fabulador no esta mal, pero choca contra la cobertura judicial que estas empresas tienen ya que son parte de un entramado corporativo.
Intentar cargar la culpa al ciudadano que no ejerce con esfuerzo el derecho a informarse y catalogarlo como alguien que se deja manipular es al menos dudoso.
A las grandes corporaciones les resulta muy efectivo hacer todo lo contrario, es decir, manipular en las redes sociales virtuales creando una atmósfera de supuestas relaciones de cercanía de manera cómoda y sencilla a la que interfieren con ejércitos de troles y algoritmos. Una política que empezaron cuando vieron el peligro de dejar crecer de forma silvestre la comunicación entre pares.
Es hora de pensar realmente en empoderar a los pequeños medios de cercanía, sean estos barriales, sindicales, sociales, en formato de diario, radio, televisión, portal de noticias o las variantes digitales existente.
Son esas las redes que el pueblo tiene para frenar esta ¨ plandemia ¨ informativa. Empoderarlas mediante recursos y coordinación no sólo es cumplir con el derecho a la expresión de esos sectores, sino que también es una política necesaria para restablecer el derecho de los ciudadanos a informarse de forma veraz.
Este derecho individual también ayudaría a restablecer la paz social antes que esta espiral de agresión y violencia toque algunas teclas sensibles y despierten la tragedia argentina de la necesidad de eliminar, ya no de menta virtual, al que piensa diferente.
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