Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©
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Cuando el periodismo cuenta el relato del gobierno, de los poderosos de turno, no molesta. Ese poder necesita auto complacerse de su historial. A la vez es imprescindible que nadie, ni corporativo ni como ciudadano común produzca opiniones ni reacciones críticas.
En ese escenario de relato condescendiente, el periodismo deja de ser periodismo para volverse mera propaganda. Hay medios de comunicación en Misiones que entraron en un túnel de amnesia con el gobierno, ronronean el sonsonete y encadenan el gacetilleo inmaculado que baja de las oficinas de prensa.
Por simple traslación de contenidos se vuelven una correa de transmisión oficialista; esos medios vueltos oficialistas en la mayoría de los casos lo hacen por subsistencia, porque reciben pautas del gobierno que sostienen costos básicos como los sueldos del personal.
La tormenta perfecta se produjo después de la pandemia. En la pandemia como punto de partida del cambio de época en el mundo. El curso de los acontecimientos transcurre en un todo contínuo pero es necesario situar el proceso de cambio.
Los hábitos de comunicación entraron a ser otros. Más interactivos. Los dispositivos electrónicos portátiles permitieron el surgimiento natural de audiencias por fuera de los formatos tradicionales. La información circula, la opinión se dispersa en otra velocidad. La agenda del poder y en consecuencia, la agenda de los medios no necesariamente se parecen a la agenda de la población.
En ello hay un presentimiento de divorcio sin retorno entre los intereses de los ciudadanos y los intereses del poder político y económico.
En Misiones insólitamente se hizo una ley para poner en caja el manejo de la información social, con la ocurrencia de una vigilancia o espionaje de redes sociales y medios de comunicación, en tanto que las expresiones sean críticas al régimen imperante.
Se la apoda "Ley Mordaza" y contó con la votación obediente de diputados provinciales oficialistas, sentados en las bancas - No por méritos políticos propios - sino porque fueron elegidos por un Jerarca que les dice lo que tienen que hacer y pensar.
El trasfondo deviene de las críticas osadas, sin tapujos, sin pruritos de personas comunes que grabaron spots y los viralizaron ampliamente. Mucho de los argumentos vertidos eran un conjunto de dichos y pensamientos que se oyen cotidianamente sobre el enriquecimiento de los políticos, sobre comportamientos reñidos con la decencia. Un caso líder fue el de Quito de Eldorado, que al ser detenido fue defendido desde diversos puntos del país. Otra joven tiktokera fue apresada y procesada por algo parecido.
Sin los condicionantes de pruebas al canto, ni material probatorio propio del ejercicio del periodismo, varios ciudadanos como Quito, se animaron a decir lo que todo el mundo cuenta por lo bajo. La identificación del común de la gente con esas afirmaciones desencadenaron una catarata de reproducciones, que sedimentadas despertaron la bronca del Poder.
Obviamente que sin pruebas, sin elementos demostrativos de los dichos, estas personas entraron en el riesgo penal por calumnias e injurias. Como son personas sin una formación académica evidente, por lo general la espontaneidad se les vuelve en contra.
Pero vale aclarar que en el mundo de los llamados influencers hay profesionales y organizaciones de soporte tecnológico que al estar afincados en las verijas del Poder o en la oposición con recursos, pueden decir cualquier cosa para agredir u hostigar a dirigentes políticos, militantes que son considerados contrarios. Ganan buen dinero para ello o están nombrados en oficinas del gobierno.
Pero volvamos a Misiones...
En abril de 2024, con la asonada policial en conjunto con la protesta de maestros y personal de salud, se planteó un escenario insoportable para el gobierno de la llamada Renovación que vió cuestionado como nunca antes su poder absoluto. Los medios internacionales, nacionales y locales mostraron por semanas la crisis del modelo de gobierno; se habló sin cortapizzas de feudalismo, de autocracia. Aún así, los medios misioneros que reciben pautas del gobierno se vieron obligados a someterse e instalar la doctrina de la sedición.
Hoy se debate en la justicia el futuro de los dirigentes policiales que encabezaron el reclamo salarial y funcional de la Policía de la Provincia de Misiones. Culpados por sediciosos y otros cargos permanecen encarcelados la mayoría, echados de la fuerza y otros castigos propios de la actividad.
Luego se presentó el escándalo del diputado opositor al gobierno de la Renovación Germán Kizca que salpicó a toda su fuerza política aliada. Un asunto de orden privado, absolutamente aberrado como la pedofilia surgió de una investigación internacional de redes y sujetos que consumen pornografía infantil.
Otro ejemplo notable de poder. Una causa federal / internacional quedó a cargo de un juez provincial. Curiosamente la fiscal Daniela Dupuy alabó al sistema de ciber crimen de Misiones y se anunció tras un evento organizado por ella, la firma de un convenio de capacitación con la Universidad Austral.
En esta instancia parece nítidamente la figura de la policía de ciber delito, que ya venía explorando las redes en casos de estafas virtuales y asuntos varios de apoyo a la labor investigativa.
Punto caramelo. La conjunción de los tres antecedentes fue el plafón para instaurar una ley que permitiera el espionaje en todos los soportes mediáticos para buscar pedófilos expuestos y vigilar a tabla rasa a medios y a personas bajo el supuesto opositor sedicioso. La ocurrencia de incrustar en esta ley la persecución de opiniones que No son placenteras para el poder, ya provoca la profundización de la auto censura en el ambiente periodístico.
Como si fuera un territorio escindido de los pactos internacionales de libertad de expresión y de las bases constitucionales del país, en Misiones se legalizó la prohibición para las críticas al gobierno, la persecución por internet de periodistas que osen señalar una falta o un error institucional.
Mordaza legal. Boca cerrada. Silencio cómplice. Democradura. Disciplinamiento social por el miedo.
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