Corrían las horas de la madrugada del 26 de junio de 1987. Un grupo de servicios rompió un vidrio de ocho centímetros de espesor para realizar uno de los mayores ultrajes a la historia.
El cadáver de Perón había aparecido profanado y cercenadas sus manos en el panteón de su padre Tomás Perón en la Chacarita, El juez Jaime Far Suau, debió tener la horrenda y lastimosa tarea (era peronista), de presenciar la apertura del ataúd y comenzar con las instrucciones de rigor. Ese día lloró.
Para mutilar las manos usaron un instrumento quirúrgico llamado "Sierra de Gigli".
"Para violentar la cerradura de la pesada tapa, los profanadores hicieron palanca con un destornillador y un cortafierros. Las marcas en la madera astillada y los restos encontrados por los peritos al costado del féretro indicaban que los autores materiales de la profanación usaron esas herramientas. Para mantener abierta la pesada tapa, los profanadores recurrieron al crucifijo que cubría el féretro junto a la bandera, el sable, un portarretrato que contenía una carta de María Estela Martínez de Perón y la gorra de teniente general.
Todos estos detalles figuran el acta realizada el 1° de julio de 1987 por los peritos que fueron convocados por el primer juez de la causa, Jaime Far Suau, a la inspección que se concretó en la bóveda de la familia Perón en el cementerio de la Chacarita, dos días después de que Roberto García, esposo de Lía Perón, sobrina del expresidente argentino, radicara la denuncia en la comisaría 29ª de la Policía Federal.
“Se presentó Roberto García, esposo de Lía Perón, sobrina del expresidente, para avisar que habían entrado en la bóveda. A partir de los dichos de García hice un acta en la que consigné el relato que había escuchado”, explicó quien, por entonces, se desempeñaba como inspector en la Policía Federal, al recordar cómo escribió la foja 1 del histórico sumario.
García dijo que advirtió que habían violentado el féretro de Perón cuando concurrió al cementerio para acondicionar la bóveda debido que se acercaba el 1º de julio, un nuevo aniversario del fallecimiento del presidente. (Diario La Nación)
En mayo de 1988, necesitaba ir a Madrid a entrevistarse con la ex Presidente María Estela de Perón, la esposa del General por el caso. El estado les negó presupuesto y debió costear el viaje de su bolsillo. El ex Presidente Alfonsin incluso, llegó a decir que no podía disponer dinero del Ejecutivo para asuntos judiciales por configurar ello malversación.
No obstante el juez viajó. La Señora de Perón, le confió en esa oportunidad al juez, que el catamarqueño Vicente Saadi era el enemigo de Perón y que él sabía demasiado sobre lo acaecido. Al ex gobernador y senador los servicios autodenominados "Hernes IAI y los 13" le habían enviado una carta pidiendo un rescate de ocho millones de dólares. El jefe de la CGT Saúl Ubaldini recibió la misma misiva. Dicen que eran pistas falsas.
Según explicó uno de los detectives que investigó el caso, “Hermes IAI y los 13” era una frase críptica que hacía referencia a un capitán de la Inteligencia cubana que había muerto durante un enfrentamiento con una patrulla de la Gendarmería ocurrido en 1964, en el monte, cerca de Orán, Salta. Además de a Hermes, los efectivos de la Gendarmería argentina abatieron a 13 integrantes del campo de entrenamiento de Montoneros. (Diario La Nación)
Citado Vicente Saadi, le dijo al juez: "preguntenlé al monje negro" - El ministro del interior de Alfonsín, Enrique "Coti" Nosiglia.
En Casa de Gobierno, el juez y Nosiglia se encuentran. Nosiglia "le pide encontrar una salida". Le preguntó cómo quedaría este hecho, "hasta dónde llegarían las responsabilidades. Far Suau, citando a Perón, le dijo: "dentro de la ley todo, fuera de la ley nada". Nosiglia le dice que se podía llegar a un acuerdo "de modo que hasta aparezcan las manos". Por ende sabía y mucho donde estaban. Far Sua indignado le dice: "esta reunión no tiene más sentido entonces". Se levantó y se fue.
Un día, el 22 de noviembre de 1988, Far Sau viajaba a ver a su hijo a Bariloche y sufrió un extraño accidente jamás investigado, en la Ruta 3, a la altura de Coronel Dorrego. Su auto Ford Sierra chocó contra una piedra y se incendió, pero el tanque de nafta estaba intacto y arrojado a 10 metros del vehículo. Los primeros peritos hablaron de una bomba. Sin embargo nunca se investigó ni se mandó a investigar.
Al día siguiente, encuentran violada la caja fuerte de Far Suau, que contenían los expedientes sobre las manos. Obviamente los papeles ya no estaban. Un mes más tarde, el comisario Zunino recibía un balazo en la cabeza. El comisario Pirker, moría en su despacho extrañamente. Su caja fuerte también fue abierta y robado su contenido. Un sepulturero del Cementerio de la Chacarita, Paulino Lavagna fue muerto a golpes; tambien una señora, María del Carmen Melo - que le llevaba flores al General a su tumba diariamente, recibió una golpiza que le provocó una hemorragia cerebral; ambos vieron y denunciaron "movimientos" en el panteón.
La Argentina todavía espera que la CIA desclasifique información y se la entregue. El juez Alberto Baños continúa con la causa que la había archivado su colega Carlos Andina Allende. También recibió la visita en su casa de un comando de inteligencia que le sacó el expediente en el año 2008. Por suerte había una copia. La carátula de la causa era "Imbessi, Juan Alberto sobre robo, extorsión y daño" - El sujeto era un oscuro espía. Actualmente, el expediente 54.248 está caratulado como “Perón, Juan Domingo, sobre la profanación de su tumba”.
Ya quedó descartada la hipótesis de la profanación de las manos por las huellas digitales para acceder a una cuenta en Suiza. Perón no tenía cuenta alguna en el país helvético ni había por entonces tecnología de lectura de huellas. También se descartó la venganza de la Logia Propaganda Due de Licio Gelli.
Se cumplió la profecía del primer ministro inglés Winston Churchill: "La caída del tirano Perón es el evento más importante después de la Segunda Guerra Mundial y no se le dará tregua ni cuartel ni en vida...y ni aún después de muerto". (Cámara de los Comunes - 1956).
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