5/23/2024

Misiones: de la “buena vibra” al estallido social en 60 días



Hace apenas algunas semanas, el gobierno provincial se jactaba de ser un ejemplo para el país. Hoy, con el efecto de la licuación de los salarios estatales históricamente deprimidos en el ánimo general, el país observa a Misiones como un foco de preocupante conflictividad social. ¿Sobre qué espaldas descansa el equilibrio fiscal del cual se jacta la Provincia?




Por Sergio Alvez 


El 22 de marzo de este año, en el marco de la inauguración del edificio central del Silicon Misiones, el presidente del Frente Renovador de la Concordia y conductor estratégico del gobierno provincial de Misiones, Carlos Rovira, expresó que “en Misiones, estamos cargados de buena vibra. La buena vibra nadie la detiene. La buena vibra es para todo, pero empezando por lo mental. Solo en Misiones. Hay que tener esto. Vengan, hay que invitarlos a venir”. 

A dos meses de aquellas expresiones, el país entero fija su mirada en la provincia, ya no por su energía positiva, sino por la conflictividad social suscitada a partir de reclamos salariales de diferentes sectores estatales, principalmente policías y docentes. “Arde Misiones”, “Misiones al borde del estallido social” y otros titulares similares, dan cuenta en diferentes medios de alcance nacional, de una escalada en las protestas que en todos los casos tiene un común denominador muy claro: los salarios estatales deprimidos. 

El 20 de abril, arribaron a la provincia el ministro del Interior de la Nación Guillermo Francos y Eduardo “Lule” Menem, subsecretario de Gestión Institucional de la Secretaría General de la Presidencia y uno de los principales armadores políticos de La Libertad Avanza. Ambos mantuvieron una reunión con Rovira, quien luego expresó que “la Nación mira con admiración a Misiones” ya que “el equilibrio fiscal que busca Nación acá en Misiones lo tenemos desde hace 20 años”. 

Todo esto sucedió hace pocas semanas, pero a la luz de las convulsiones presentes en la tierra roja, parecieran ser noticias de otra época.


Foto divulgada por la oficina de medios del gobierno misionero

“En medio de la crisis económica a nivel nacional, la provincia se destaca por el orden en los recursos. Misiones tiene la capacidad de financiarse sin perjudicar a la generación actual y futura” se jactaba días atrás en una entrevista, Martín Leiva Varela, director general de Ingresos y Finanzas del Ministerio de Hacienda. 

A la luz de los hechos, tanto el declamado equilibrio fiscal de Misiones, como esa supuesta inocuidad en su sistema de financiación y manejo de recursos, merecen al menos algunas invocaciones. 

Por un lado, del mismo modo que el superávit fiscal del cual se jacta el ministro de Economía Luis Caputo descansa en un ajuste insostenible sobre sectores claves y en la falta de pago a acreedores del Estado Nacional; el equilibrio fiscal misionero parece descansar o sustentarse en la espalda de los miles de trabajadores estatales que perciben salarios miserables. 

Si bien es real que  la Provincia pudo salir de la deuda contraída durante el neoliberalismo salvaje que caracterizó al gobierno de Ramón Puerta - en la década del noventa-, para pasar a tener un equilibrio en la administración, no es verdad que este equilibrio no dañe a quienes sostienen el Estado provincial: sus trabajadores.  

Ante la profundización de la pérdida del poder adquisitivo del salario motivada por las medidas del gobierno nacional (aumento de naftas y alimentos, quita de subsidios al transporte y la energía, etc.), los trabajadores misioneros se ven obligados a endeudarse, incluso, para pagar la energía eléctrica en cuotas aún cuando la provincia fue directamente afectada por la represa hidroeléctrica Yacyretá y debería contar tarifas de energía domiciliaria e industrial diferenciada o costo cero si se dimensiona el sacrificio territorial y social que hizo la provincia en pos de la construcción y operatividad de esa usina. 

Por ello, en este contexto en el que la situación estructural de salarios deprimidos conecta con los descalabros económicos a nivel nacional, no parece viable pensar una recomposición salarial que solo contemple índice inflacionario recientes: los trabajadores misioneros merecen una recomposición histórica y estructural. 

 Además, cuesta entender en este contexto, el apoyo que el gobierno misionero brinda a un gobierno nacional que con el DNU y la Ley Ómnibus, lesionan fuertemente y ponen en jaque a múltiples sectores que nutren la economía misionera;  y que encima, en la crisis actual ante las protestas de los policías, docentes y estatales,  criticó abiertamente a la gestión provincial. Habrá que ver entonces, si  pese a este coyuntura, el Frente Renovador de la Concordia sigue apostando a la genuflexión, o toman nota de la real dimensión de los sucesos y demandas.   

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