Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©
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Hoy cuando vemos a la clase política enriquecerse a dos manos, sin escrúpulos, aún tirando la dignidad a los perros, es bueno rescatar del olvido a la figura de un gobernador peronista que tuvo la provincia de Misiones. La única expectativa que tiene este mensaje es la introspección de quien lo reciba. Que revise a la luz del presente aquel ejemplo de otra época de la sociedad argentina, donde la honestidad y la palabra tenían un valor incalculable.
Poco antes de su muerte Aparicio Pereyra Almeida sufrió un accidente que lo obligó a internarse en el Hospital Madariaga. No tenía recursos para costearse otro tipo de asistencia. Era mediados de los años ‘70 y en ese momento, se habían cumplido al menos treinta años que había abandonado la función pública, luego de haber ocupado la más alta magistratura del entonces Territorio Nacional de Misiones.
Ese incidente inesperado dejó al descubierto la extrema pobreza en la que vivió quien había sido gobernador, entre 1946 y 1949. Pero también, ubicó en su perfecta magnitud a Don Aparicio, un hombre que impuso como inalterable norma de conducta la más estricta austeridad republicana.
“Una vez le preguntaron a Don Aparicio ‘¿esto es todo lo que usted cobra después de haber sido gobernador’. Y él respondió; ‘es una pensión vitalicia que me dieron los amigos radicales en 1964. Vea joven la plata compra muchas cosas, pero lo único que no se compra es la dignidad de las personas’. Era un filósofo de la vida”. Así lo recuerdan quienes lo conocieron.
“Es sabido que cuando se hizo cargo del Gobierno, tenía dos pantalones; uno nuevo y el otro zurcido: cuando se fue, tenía también dos pantalones sólo que los dos estaban zurcidos”. Fue por ese accidente que le tramitaron un reconocimiento por la tarea desempeñada, “una pequeña pensión. Sería una mínima vital y móvil, que alcanzaba para paliar las necesidades que rápidamente va a quedar fuera de la realidad y tendrá un reajuste por decreto a través de la Cámara de Representantes”.
Y las secuelas de ese accidente las llevará por años. “Y será finalmente la que lo llevará a la muerte. Fallece a los 88 años, un 19 de noviembre de 1984 en su casa de Villa Lanús, una vivienda humilde, al frente de construcción de material y al fondo de madera”.
Sin embargo, queda una deuda pendiente con Don Aparicio. “La de contarle a los jóvenes que hubo un misionero como Almeida. Contarles que se puede vivir con las convicciones. Se puede ser una persona plena y dejar una huella marcada con honestidad, decencia y coraje. Sin ostentación.
Es bueno recordar a uno de los hombres “más nobles y honestos de la tierra colorada. Porque a los hombres como Don Aparicio no mueren nunca. Perduran en la memoria ciudadana como ejemplo de virtud.
De la mano de Perón
A fines de 1946, Aparicio Pereyra Almeida fue designado por el General Juan Domingo Perón, gobernador del Territorio Nacional de Misiones. Fue propuesto para el cargo por el Ministro Ángel Borlenghi. Fue el fundador del Partido Justicialista el 4 de julio de 1948 en la esquina de Alberdi y Moritán en Villa Sarita.
Almeida, con los pocos recursos de caja hizo mucho por Misiones. En la década del 1940 los impuestos que se recaudaban iban hacia ,Buenos Aires. Lo que hoy llamamos coparticipación federal, una reintegro de aquellos impuestos, podían tardar hasta 5 años en volver. Aparicio Almeida tuvo que trillar las oficinas de Buenos Aires para explicar una realidad lejana y desconocida en la gran ciudad.
Almeida logró la mejora de la traza de la Ruta Nacional 12 hacia Puerto Eva Perón - (Aguirre e Iguazú) bajo los aupicios del Plan Quinquenal. Tenía en sus metas el tren a la ciudad de la Cataratas y luego a Bernardo de Irigoyen. Un sueño inconcluso.
Almeida tenía 1,90 de altura. Cuando era gobernador vivió en la calle Queirel detrás de la plata de SAMSA en Posadas. Iba y volvía del trabajo caminando y solamente usaba el auto oficial si llovía. No quiso ocupar la residencia oficial para No acostumbrar a su familia a las comodidades de un nivel de vida que terminado el mandato No iba a poder sostener. Era un ejemplo de austeridad.
Aparicio Pereyra Almeida nació en 1896 en San José. En el seno de una familia de agricultores. Fue tarefero. A los 16 años se mudó a Posadas y poco después consiguió trabajo como administrador en Alto Paraná. Trabajó dos años en Puerto Iguazú “hizo unas monedas y volvió a Corpus. Luego viajó a San Ignacio donde conoció a Horacio Quiroga que era juez del Juzgado de Paz y le firmó la libreta de enrolamiento.
Aparicio Almeida viajó a Buenos Aires a estudiar para Tenedor de Libros y trabajo en Aguas Sanitarias de la Nación. Conoció a Alfredo Palacios, el prócer del socialismo de la época. Trabó relaciones con el mundo político en el socialismo. Como sindicalista formó parte del Sindicato de Empleados de Comercio. Así fue propuesto para hacerse cargo de la gobernación del Territorio de Misiones.
En Villa Lanús una calle que lleva su nombre. En el barrio Alta Gracia de Posadas se encuentra la plazoleta Aparicio Pereyra Almeida, ubicada sobre las avenidas Tomás Guido y Comandante Andresito. El descanso eterno en el cementerio La Piedad
Aparicio Almeida falleció el 20 de noviembre de 1984. El velatorio fue una ceremonia pequeña y lo sepultaron a última hora del día. Como si quisiera pasar desapercibido.
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Para la crónica usamos los testimonios de Ernesto Fornichela, jubilado y ex empleado del Banco Nación. De la historiadora Silvia Gómez. Del profesor Martín González. Aníbal Almeida, licenciado en Teología y preceptor en la Escuela de Comercio 18. El matutino Primera Edición.
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Aparicio Almeida fue vivado en un acto significativo en Garupá, el 1 de marzo de 1948, cuando en los andenes del Ferrocarril del Noreste Argentino se celebró la nacionalización de los ferrocarriles en la presidencia de Juan Domingo Perón. El acto multitudinario participó la banda de música del regimiento 30 y se sirvió un asado criollo. Hubo discursos de Santa Cruz Verón y el Secretario General de la CGT Misiones, Humberto Paiz.
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1 COMENTARIOS:
Hola otras épocas existia la gente honesta era normal ser honesto y es el único problema de la Argentina no existe otro
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