Esta desesperación por juntarse todos es la contracara del "que se vayan todos" del 2001. Por la simple razón de que se quedaron los mismos en los recovecos de las corporaciones, amparados por el Poder de fundaciones extranjeras, y detrás de los muros que los pueblos hicieron para no verlos mas.
El pueblo de entonces no es el pueblo de hoy. Aquel dejo levar en el tiempo la venganza, la rabia, el odio de clases, la revancha que en otras horas oscuras, ellos, los que hoy gobiernan, solucionaron con cuerpos tirados desde los aviones y creando guerrilleros desde las agendas.
Esta desesperación por perdonarse lo que sea, los antiguos rencores, borrar las rayas trazadas entre peronismos de traidores y negociadores, de dirigentes probos y corruptos, nos envuelve en la confusión. No es el miedo al macrismo. Esa es solamente una excusa de conveniencia.
En este tiempo de urgencias, de contrareloj, de darse cuenta que se estuvo jugando a luchar con armas de juguete, que no se construyo ni una unidad básica, que se dio a la colanza presupuestos enteros a los mercenarios, No alcanza para convencernos de que la próxima sera mejor porque volveremos mejores.
Ni la izquierda se quiere enterar que ya no sirve esa resistencia sin ton ni son, que al final le sirve a la derecha que tanta repugnancia le causa o termina de ser la cabeza y cola de la misma ponzoñosa serpiente de la oligarquía.
El colmo de los males esta en las provincias, la cuna de los traidores, aprovechadores, especuladores. En su mayoría, se hacen los reverendos pelotudos cuando se habla de las coimas, el afano a dos manos, el enriquecimiento ilícito de tipos y tipas que entraron con una mano atrás y salieron millonarios.
Desde ese lugar te explico la desconfianza de muchos genuinos militantes de suenos imposibles, de verdades aprendidas al lado de los mas humildes, de los que la yugan para el pan de cada día.
Y también, nos atraviesa la duda de quienes ayer recibieron los dones de un gobierno nacional y popular y ahora abjuran con los zócalos de los cuarteles mediáticos pegados en la frente, maldiciendo a una "yegua" que lo único que hizo es darle el bienestar en cuotas que jamas imaginaron tener.
La misma Cristina nos llama a salir a buscar al pueblo real y a los que antes la vituperaron con ingentes dosis de antivomitivos, cantidades infinitas de antiinflamatorios testiculares u ováricos, y ademas, tragar sapos, ranas, culebras y toda suerte de alimanas que se cagan de risa en el poder provincial, sin importarle un carajo los mismos suenos de Patria de los militantes rasos; solo negocios y mas negocios mas la quemazón de carpetas, pruebas y chanchullos en la próxima etapa sin macrismo. Esto va para la ristra de senadores que fueron ex gobernadores, senadores que fueron diputados, diputados que fueron intendentes y funcionarios de toda laya. Toda la claque politica de las provincias; una manga de langostas desmemoriadas o sino, volátiles insectos de los rincones palaciegos, que pasan de cargo en cargo, viven en la rosca y por la rosca.
Por eso perdura este infinito mar de dudas. No podemos unirnos así nomas. Los que se unen son las cupulas, los llamados dirigentes, que en su mayor medida, están desmovilizando, frenando, narcotizando con diagnósticos interminables a un pueblo que le silva las tripas y pierde sus empleos. Son ellos los que quieren llegar a salvo a la otra orilla.
Ya ni siquiera están las "desorganizaciones sociales" de diciembre de 2001. Hoy son organizaciones formales con ingresos nutritivos para aquilatar el poder que alcanzaron también por culpa de la "Yegua"a la que abandonaron en el arenal. Es mas; asombrados con volver al infierno del cual partieron desde la etapa neoliberal menemista, todavía orejean naipes exhibiendo un pavoneo ridículo mostrando cooperativas de pobres que jamas salieron de pobres.
Entonces van y vienen los candidatos de la invitación al olvido a rajatabla; los que vienen a buscar rejuntar como sea, los pedazos de las innumerables traiciones en épocas doradas del pueblo; se encuentran arriba, en la alturas que los colocan los medios, los encuestadores y los intereses que siembran un futuro con Alzheimer político, porque nadie puede sacar a relucir la coherencia, la lealtad en las ideas y los hechos.
Allí están; se buscan, se olfatean, se lamen, se celan, se copulan en poltronas palaciegas mientras, allá abajo, el pueblo, el simple pueblo, quiere llegar a fin de mes, se esmera por una Navidad artificial, injusta, sin nada para festejar.
Por Alcides Cruz
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