9/26/2020

Policía de Misiones: de pescados, poliladrones, coimas y abigeatos.



En el intenso conflicto salarial protagonizado por la Policía de Misiones recientemente, una de las mujeres justificaba que algunos uniformados se metían en problemas con el contrabando de cigarrillos porque no les alcanzaba el magro sueldo que ganaban para mantener a sus familias. Un par de días de protesta determinaron una planilla salarial con buenas remuneraciones para fuerza.

Sin embargo, los hechos delictivos no cesan. En la actualidad se sustancia en la justicia un escándalo que involucra a oficiales y subalternos de la Comisaría de Capioví con el frecuente negocio de la reducción de motopartes o autopartes. 

No es nuevo el abigeato policial de piezas de automóviles secuestrados por contravenciones o siniestros. Sobre todo cuando los productos originales son carísimos en el mercado. "La ocasión hace al ladrón" es un viejo refrán que aplica para esta circunstancia.

Todo comenzó en agosto. 

El Juez de Instrucción 1 de Puerto Rico, Manuel Balanda tuvo que pedir la intervencion de la Gendarmería Nacional para allanar domicilios y un talleres mecánicos de la pintoresca zona. Se incautaron un auto y una moto que serían parte de vehículos secuestrados por infracciones al tránsito pero se calcula en ocho las unidades evaporadas. 

Trascendió el caso porque hubo una delación por parte de un agente de policía, que puso en evidencia al Comisario Luis Salazar haciéndolo responsable de los negocios "non sanctos" en la jurisdicción. El reguero de comentarios llega a señalar que es un asunto interno porque los porcentajes de repartija eran inequitativos. 

Las pericias y las pruebas se entrecruzan entre procedimientos viales, libros de guardia , documentos labrados, actas del Juzgado de Paz de Capioví. De la comparación lisa y llana surgirán las diferencias evidenciadas por algunos damnificados; los dueños de los vehículos desguazados y los que compraron "de buena fe" las piezas al jefe policial. 

Luis Alberto Salazar y dos agentes más fueron apartados de sus cargos al frente de la comisaría pero No fueron detenidos como ocurriría con cualquier delincuente común. Pertenecer a la familia policial tiene sus privilegios.

En Oberá, esta la famosísima Comisaría segunda. La de "los chinos, los jefes policiales, la prostitución de chicas adolescentes y el casino". Del año 2014. ¿Se acuerdan? 

En junio de 2019, en sus papeles estelares de "Poliladrón Misionero" la cabo Alicia K. (27) y su pareja, el oficial ayudante Marcos P. (28), fueron apresados en el marco de dos causas en contra de la propiedad, una por hurto y otra por el robo de 50.000 pesos de una vivienda del barrio Londín, en Oberá.  

La térmica saltó cuando osadamente la cabo Alicia, en su papel secundario de vendedora de ropa y calzado brasileño, le sustrajo la cartera a la  jefa de la Comisaría de la Mujer de Oberá, oficial principal Rosa Berley, en la misma dependencia policial. 

El detallista trabajo periodístico de Daniel Villamea del matutino El Territorio cuenta que las víctimas la pareja de poliladrones "...habrían tenido miedo de denunciarlos por su condición de policías, ciertos antecedentes y lazos familiares. No es un dato menor que dos hermanos de la mujer también son policías. El menor presta servicio en la comisaría de Panambí y el mayor en la División Infantería de Leandro N. Alem. Precisamente, éste último fue procesado en el marco del homicidio de la enfermera Irene Sonia Riera (43), cuyo cadáver fue hallado en diciembre del 2010 en la base del Salto Paca, de Panambí. El sujeto permaneció detenido un año y medio, pero finalmente fue sobreseído y continúa trabajando como policía". 

El 25 de julio, otro policía asignado a la Seccional Tercera de Oberá quedó colgado, desnudo y atorado al engancharse en las rejas del portón, cuando intentó robar una casa, borracho y drogado al decir de sus colegas, que prontamente inventaron una tapadera. 

El dueño de casa denunció el hecho y contó que alrededor de las 02.00 de la madrugada  "...sentí ruidos en el portón y alguien que gritaba: ‘Roque, ayudame, por favor, ayudame. No me dejes’, y lloraba. Entonces me levanté y llamé a la Policía porque pensé que estaban peleando en la vereda". Llego el 911 y los colegas lo descolgaron. Dijeron que estaba borracho y drogado. "El policía ladrón lloraba y un par de colegas lo consolaron y abrazaron. Todavía mi señora les preguntó por qué lo abrazan si estamos en pandemia y no tenía barbijo. Parecía que él era la víctima”. (El Territorio)

¿Cómo terminó la historia? Sancionaron al fracasado trepador de rejas y lo mandaron a una dependencia de Montecarlo, probablemente hasta que el caso se pierda en el olvido. 

En enero de 2020 se ventilaron las andanzas de un sargento ayudante, de oscurecido nombre Juan M. y una agente cómplice de llave, mas el concurso de otros policías que consumaban abusos carnales a detenidas a cambio de favores, por ejemplo de cigarrillos, celulares, psicofármacos, ademas de coimas a familiares de las encausadas. Cargos por cohecho, extorsión y abuso sexual encuadraron aquel caso de feria, intervenido por el Juez Subrogante Gerardo Casco. La causa enmohece en un cajón hasta que la Justicia resuelva la jubilación (antes que la echen) de la Jueza de Instrucción Uno de Oberá, Alba Kunzmann de Gauchat, en un pedido de jury por “retardo de justicia y mal desempeño de magistrado por un caso de mala praxis médica. 

Aquí lo notable fue que el personaje policial Juan M. era un sujeto con charreteras que ya tenía antecedentes de coimero cuando trabajaba en Seguridad Vial de Oberá y fue descubierto fraguando actas de infracción en el año 2015. Imagínese el lector que hizo "la superioridad". Acertó! Lo trasladó a la comisaria donde siguió con sus vicios pero con más experiencia. ¿No es maravilloso?

Volvemos al mes de agosto. Varios quieren hacer "su agosto"

Siempre en Oberá. "La que brilla" por los chanchullos policiales, se descubrió la falta de más de un kilo de cocaína de máxima pureza de la Comisaría Tercera, que llamativamente estaba a resguardo de la unidad policial desde septiembre de 2019 . La droga cuyo peso registrado fue de cuatro kilos doscientos trece gramos, valuada $5 millones, fue secuestrada a un capo narco cincuentón de nombre Luis, en Campo Viera. La causa iniciada por el Juez Casal ya está cercana al debate. 

Sacaron de circulación al subcomisario Carlos Ariel L. y el oficial auxiliar Hugo Ariel B. - jefe y segundo a cargo, respectivamente - y más integrantes de la División Toxicomanía encargados de las llaves. Los subalternos señalan al jefe como un dealer del narcotráfico zonal. Hay un cuñado implicado por ser el vendedor de la mercancía 

"Tampoco es la primera vez que el subcomisario Carlos Ariel L. y el oficial auxiliar Hugo Ariel B. se ven implicados en un hecho grave, puesto que ambos están imputados por el brutal homicidio de Hugo Miguel Wasyluk (38), cuyo cadáver fue hallado el 26 de abril del 2011 en una celda de la Seccional Primera de Oberá, causa que aún aguarda fecha de juicio oral y público". (El Territorio)

¿Los pasados a disponibilidad serán asignados a otras departamentales? 

La fiscal federal Oberá, Viviana Vallejos, solicitó la intervención de personal de Gendarmería Nacional con el objetivo de garantizar la transparencia de las pericias correspondientes. Tarde...demasiado tarde. 

En la misma dependencia había depositada unas cuatro toneladas de marihuana. ¿El Juez Federal de la causa, Alejandro Gallandat Luzuriaga que hace que no quema esa droga una vez peritada y documentada?

Vuelvo al refranero: "El pescado se pudre por la cabeza" decía Juan Domingo Perón cuando una vez le preguntaron por la decadencia de una organización. 

Lo que quería significar Perón es que la responsabilidad de la grandeza o la decadencia se debe, fundamentalmente, a la conducta de su clase dirigente, de sus élites, de quienes tienen mayor poder, en términos de dominio pero también de posibilidades. En su visión un tanto biologicista  consideraba que la sociedad era un cuerpo y definía así el viejo anatema moral que reza "a mayor poder, mayor responsabilidad" (Hernán Brienza)

No alcanza con sostener que la familia policial se encarga por sí sola de sacar "las manzanas podridas". La verdad que no. La teoría de la autodepuración es muy cómoda, nimia para calar profundo. 

Las fallas en los controles internos, la contrainteligencia derruida por la compinchería y la declinación psicológica ante la corrupción de los agentes forman parte de las ineficiencias. Es muy claro que un policia, oficial o suboficial, que vive por arriba de sus ingresos, algo trae consigo. ¿Quien no recuerda a altos jefes cuya opulencia era obscena ante la tibia mirada del poder político y de los propios subordinados? 

Hay protectorados cuyos hebras constituyen una urdimbre arrinconada en lo oscuro de la cleptomanía. Los pases a "disponibilidad" terminan en la nada o en vergonzantes traslados. 

La política dando el ejemplo debe subsanar la falta de transparencia del organismo de seguridad, brindando prolijos informes públicos de la ejecución presupuestaria, licitaciones, compras directas de materiales, equipamientos, insumos y las recaudaciones menores. 

La prensa siempre fue convidada de piedra a la foto de las camionetas, al gacetilleo de adquisiciones ya cerradas de indumentaria o borceguíes, etc.  sin mayores detalles numerarios, salvo la cifra redonda que cada año el Ministro de Gobierno pide a la Legislatura para su gestión. 

Inolvidable. Fue rutilante la compra de un helicóptero una vez.

Hay un área de la Policía de Misiones que arbitra los Foros de Seguridad, que debería poner a disposición de la ciudadanía los antecedentes de cada agente actuante en las reparticiones de los municipios. 

La posición del Estado en materia de manejo de la fuerza debería comenzar mirando el panorama desde los ciudadanos para que la corporación policial no termine subsumiendo al gobierno democrático en una lógica de "omertá".

Alcides Cruz











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