4/24/2022

Los políticos son iguales a la sociedad que los elige



Un trabajo publicado por el Laboratorio de Estudios sobre Democracias y Autoritarismos, de la Universidad Nacional de San Martin (P.B.A.) confirma el avance la antipolítica en la Argentina. Las figuras anti sistema asoman tras una crisis de representación que retorna a una frase archiconocida como "todos los políticos son iguales".

La falta de trabajo, la precarización y la inflación son sus síntomas principales. Dos puntos clave resaltan en esa memoria histórica: la crisis del 2001 y la hiperinflación del alfonisinismo del año 1989. 


Desde entonces, el futuro aparece siempre como incierto, en la población que hoy va desde los 30 a los 50 años o más. 
En coincidencia con la frágil memoria histórica del pueblo, la carencia de enseñanza pública en las escuelas de los hechos contemporáneos y el embrutecimiento masivo provocado por los medios de comunicación hacen el cóctel perfecto para la ignorancia. 
Quienes insultan o rechazan a los políticos es una clase de gente que ha sido colonizada por la filosofía de la No participación en los asuntos públicos; cultivan la comodidad social y la zona de confort que espera que el poder de turno le entregue todo servido en bandeja. Compró con los ojos cerrados el discurso de quienes le dijeron: votame y dejame que te arreglo todos los problemas. No necesitas pensar, solamente apoyarme. El marco del bien común está muy lejano de sus pensamientos. 
El otro lado de la misma moneda es el cuento de la meritocracia. Un individualismo acentuado que imprime en un deseo de independencia financiera, donde lo que consiga en la vida - en particular lo material - es por su propio esfuerzo y NO tiene que ver el contexto político, económico y social para su progreso. Cada uno se salva solo. 
No obstante ello, reclama que el Estado  esté presente como si fuera una prepaga para todos sus trámites y necesidades personales. "Yo pago mis impuestos" dice. 
Desde esta perspectiva  aparece la sugestiva separación entre la población común y los políticos. El dedo señala a los políticos como vagos, inútiles, sin ideas y otras connotaciones negativas.  
La comodidad de pararse por fuera de la participación bajo el lema: "no me interesa la política" y al mismo tiempo pedir que los políticos le retribuyan un panorama de beneficios particulares, pinta de cuerpo y alma a estos personajes que conviven en cualquier vecindario.
Sin embargo hay que reconocer que los políticos, a través de funcionarios ejecutivos o legisladores han contribuido por largos años a la desmoralización social. Es cierta la catalogación dentro de la corrupción como un señalamiento generalizado a los dirigentes. Lo corrupto, los acuerdos espurios con empresarios larvarios, la vida privilegiada conseguida a una velocidad notable de los funcionarios -  abonan el convencimiento de el Estado es manejado por delincuentes de guantes blancos. 
El otro perfil crítico señala a las instituciones democráticas como apartadas de las necesidades urgentes del pueblo. El circo mediático y el hiper diagnóstico seguido de la frase "hay que hacer esto..o aquello" - "hay que"..."hay qué".
Las legislaturas como un conglomerado de representantes de la nada misma, con proyecto de declaraciones de beneplácito, de asuntos sin importancia y sin ocuparse de las cosas que aflijen al pueblo. Mucho más en localidades donde los liderazgos son autocráticos y todo danza alrededor del deseo y las ambiciones del llamado conductor político del espacio. 
Aquel estudio académico de marras, rescata conclusiones afines a la necesidad de una refundación moral del sistema democrático, además de que las representaciones sean llevadas a cabo por personas idóneas y ejemplares en la sociedad. 
Lo que no resuelve este material intelectual, es el desprendimiento de quienes señalan con el dedo a los demás, de los asuntos públicos. Su carencia de principios comunitarios y ese pararse por fuera de toda responsabilidad social. 
La reversión de los males que aquejan al país, a la provincia o al municipio implica a toda comunidad como basalto previo. Los ejemplos van de arriba hacia abajo pero también de abajo hacia arriba. Que nadie se haga el distraído. 

Alcides  Cruz







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