Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©
Uno se cansa en esta provincia. De tanto desapego con la vida del conjunto y la fuerte concentración umbilical en el individualismo agota. Misiones es una provincia rota, un verso etéreo que subsume a los habitantes en la estupidez, el no compromiso con el otro. Y como resultado de la desaprensión, hay legisladores nacionales de la tipología de Carlos Arce, Rojas Decout y Martin Goerling. No salieron de la nada, ni de un repollo. Se parecen al pueblo que los votó.
La primera traición se la hacen los misioneros consigo mismos. Creen desesperadamente en el dinero, en el Becerro de Oro como ordenador, horizonte y meta. El que tiene dinero o bienes materiales que mostrar imprime de inmediato en el concepto de "poder"y otorga derechos de supremacía implícitos. A Misiones No le cuesta la mentalidad feudal. Por contrario puede percibirse que la disfruta y la absorbe como una bendición del poderoso/ patrón hacia los de abajo. Si el patrón los riega de orina, agradecen por el agua bendita.
Gritados rezos de evangélicos y católicos que sostienen sordamente que hay que bendecir a los que detentan el poder. Que la opresión se vulcanice en injusticias. El cielo para un misionero es del color de la media zuela del que se sienta en la cúspide.
El materialismo del ruego a Dios en la medida que las ventajas se acomoden cuando llegue la ostia y la agua bendita. Eso es Misiones en el centro de su alma. Que la Divina Justicia balanceará un impreciso día la destrucción desatada por todos diablos juntos. Adoración de la mentira. Un convenio No escrito entre la fe y la manipulación política.
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Nada va a cambiar. Arce, Rojas Decout, Goerling, Fernández, Vanczik, Arrúa, Ruiz, los traidores del pueblo argentino, oriundos de Misiones son impunes. No tienen ningún registro de representatividad asociada a quienes los votaron. Ellos están como una prolongación tentacular del poder de Carlos Eduardo Rovira. Cuando juraron para defender intereses, lo hicieron para escudar el patrimonio político de quién los promovió al puesto que ocupan.
Si se traicionaron a ellos mismos, decirles traidores para estos legisladores de Misiones es de perogrullo. La traición a la Patria está descrita en la Constitución Nacional - artículo 29 - muy citado en estos tiempos del gobierno de Javier Milei. Justificarán su aplicabilidad a tiempos de guerra pero esta No es una guerra convencional. Es una guerra híbrida bajo los parámetros de hacer sucumbir países sin tirar un solo tiro. Solamente se necesitan traidores de adentro. Misiones es un campo de entrenamiento de traidores muy prolífico.
Imaginan mal si visualizan a los senadores y diputados de la Renovación insultados en los pasillos del aeropuerto; en algún supermercado cuando "hacen de personas comunes"; en un restaurante de la Costanera; en el cine con los hijos o nietos.
Imaginan errado si visualizan a los diputados provinciales o concejales de los 78 municipios exprensándose en un declaración de repudio por la infamia o una movilización, discurso de mitin dando un enérgico rechazo a la entrega.
Que nadie se escalde o se asombre. Traicionar en Misiones es como trabajar en una fábrica de chocolate. Estar todo el día con ese olor penetrante de la traición hace que se saturen los sentidos. Entonces que el pueblo se entere de lo que hicieron los senadores y diputados misioneros con la soberanía nacional, con los derechos fundamentales de los demás argentinos, es más de lo acostumbrado. No asombra, no da asco. Es normal. ¡Chocolate por la noticia!
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