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6/16/2024

Remigio


Don Remigio. Mi padre. Una imagen tomada en el incipiente aprendizaje de fotografía. Año 1974  




Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©




Mi padre fue sastre en su vida. Toda su vida. Desde que aprendió el oficio bien de abajo, barriendo el taller de un italiano de apellido Ruffa. Siempre lo recordaba con respeto y cariño. De algún modo lo salvó de un futuro incierto. Su territorio de pubertad y adolescencia fue en la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero. 

Mi padre fue hijo biológico de un juez de noble apellido: Ponce y Gómez.  Mi abuela quedó embarazada de un arrebato del letrado cuando trabajaba de empleada doméstica en su casa. Allá lejos y hace tiempo las cosas eran iguales en las porquerías pero se ocultaban más fácilmente. 

Mi padre tuvo una madre que fue padre al mismo tiempo porque avergonzada y vulnerada prefirió huir de las garras del notable sinvergüenza o cobarde para tenerlo sola y criarlo con sudor y lágrimas. Nació con el apellido Maidana pero después de un tiempo, María se casó con un carbonero que le dió su filiación paternal.  Desde entonces, Remigio, a los 10 años comenzó a llamarse Cruz. 

Padre o madre es el que cría, protege y obviamente ama. 

Recuerdo a mi padre en su relato de la vida pasada cuando el vino aflojaba su carácter adusto, especialmente los domingos, en los que la ceremonia de un trabajador era un puchero bien servido. Cerca del mediodía mi mandado era ir al almacén con la botella de Talacasto y el sifón de soda a buscar la bebida fresca porque No teníamos heladera. Se compraba hielo en barra sólo para las fiestas. 

Miraba a mi padre de diversos ángulos y con ánimos masomenos permanentes,salvo su cara de preocupación cuando faltaba el trabajo grande, como hacer un traje, un sobretodo, un pantalón. Los remiendos eran para ir zafando. 

De niño uno mira a su padre desde abajo, como preguntando. En mi caso fue jugando con botones interminables partidos de Rácing contra cualquiera, porque era aquél célebre "equipo de José" y el Chango Cárdenas era el ídolo del momento en la provincia y el país después del golazo al Celtic de Inglaterra. En la radio siempre prendida llegaban las transmisiones desde Buenos Aires. Y los tangos o las chacareras. 

Mi padre me quiso enseñar el oficio pero No prendió en mí esa vocación tal vez porque lo vi renegar con clientes panzones y culones que querían el traje pintado como Carlos Gardel pero no les daba el cuero. Igual mi padre hacía magia con las tijeras y los tipos salían vestidos como galanes de cine. Remigio era bueno en lo suyo. Realmente un artesano de primer nivel. 

Cuando estaba contento silbaba o cantaba la misma zamba de Los Chalchaleros. Resuenan en mi memoria las pocas estrofas que tarareaba: "..sapo cancionero...canta mi canción...que la vida es triste si no la vivimos con una ilusión"; la que silbaba mas seguido era "Cocherito"...."oiga cocherito...pa´ donde me va llevar..." 

Mi padre tenía clientes de la política, médicos, etc. que venían al taller No sólo a confeccionarse la ropa sino a conversar con él de los asuntos del país, del gobierno. Con segundo grado aprendió a leer con la voluntad con la que aprendió su oficio. Puntada a puntada, letra por letra. De no haber tenido que trabajar desde chico para ayudar a su madre con unas monedas, a lo mejor hubiera sido un profesional importante. Tanto como esos señores que venían a charlar y se quedaban un rato de tertulia mientras planchaba la prenda que iban a retirar. 

Uno de sus clientes fue el gobernador radical, el "Turco" Miguel. Otro fue Santucho, el guerrillero del ERP que vivía a tres cuadras. 

Mi padre me enseñaba con astucia. Me hacía leer el diario El Liberal en voz alta mientras surfilaba una percalina. A los ocho años ya leía de corrido. Me hizo periodista y locutor casi naturalmente. Así en el barrio los vecinos se asombraban al escucharme hablar de noticias y aconteceres cuando simplemente repetía como loro lo que mi prístina memoria guardaba de lo que leía en la silla petisa. Junto a él.

Mao, Kennedy, Churchill, Perón, Evita y Alfredo Palacios eran nombres conocidos en mi casa. Los chicos de mi edad me miraban como bicho raro cuando soltaba esos apellidos ilustres de casualidad. Era mi padre que estaba en mi, tallado como la historia misma de esos tiempos. 

Crecí admirándolo en las reuniones del sindicato, del Club Villa Mercedes. Con sus anécdotas del servicio militar en Rosario de la Frontera, Salta donde fue campeón de tiro. Con leyendas de desolaciones campesinas. Con el brasero encendido en los inviernos entibiando palabras que enseñan. 

De vez en cuando vienen a mi, el retumbo de sus frases, sus permanentes deseos de justicia, su bronca con los militares del 76 porque nunca pensó que "el ejercito argentino ande revolviendo las bombachas en las casas" en esos años de tragedia nacional auto infringida. 

Mi padre soñó con un mundo mejor para sus hijos y sus nietos como todos los padres. De eso estoy seguro. Por suerte lo aproveché casi sin darme cuenta en la infancia y en la pubertad porque uno era chico hasta los 15 o 16. No había la locura del siglo 21 aunque desde 1969 cuando el hombre llegó a la Luna él me decía que se venía otro mundo.

Y así fue. Mi generación es como el último eslabón del trompo, las bolitas y las figuritas y la aceleración de la historia para peor, que la tecnología en su fase maldita descorazona al hombre del prójimo. 

Aprieto la mirada en el ayer, el pecho se me cierra como un puño. Puedo sentirlo, extrañarlo retornando al niño pero también al hombre que lo vió envejecido en su lecho de muerte.  

Me gustaría sí, tenerlo vivo, para que me vuelva contar esos cuentos y ocurrencias, con su vaso de vino girando en sus dedos, con las migas de pan de la sobremesa. 

Tarde, demasiado tarde se comprende que el oro de la vida está en lo profundo, en lo sutil, en lo invisible e inmaterial. En el alma.

Sé que mi padre está en mi en algunos gestos. Cuando suelto una carcajada media corta y me saltan las lágrimas. En los silencios largos que a veces me asaltan. En el beso sin afeitar. 



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Este trabajo tiene la licencia CC BY 4.0




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Misiones. Hugo y la elongación





Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©




La Nación delegará las obras al gobierno de Corrientes pero sin los recursos para hacerlas. El Gobernador (radical - macri - mileísta) Gustavo Valdés se queja porque la Casa Rosada le está pasando la responsabilidad y No sabe si el Estado provincial podrá asumir los compromisos, si no le mandan los fondos. Valdés clama por la reactivación de la obra pública porque está paralizada su gestión y cayó fuertemente el empleo.


En Misiones, el Gobernador Hugo Passalacqua (el que sólo da buenas noticias) anunció a los intendentes el reinicio de la obra pública ya que pasará a buscar los fondos negociados con el gobierno nacional a cambio de entregar el país con moñito con el voto de los senadores y diputados "misioneristas" a la Ley Bases. Son 20 mil millones de pesos mensuales, pero No se sabe hasta cuándo. Aquí No se cuentan los ingresos por coparticipación ni aduana interna. 


Ya corren rumores por los pasillos del Congreso que lo rechazado en el Senado sería reinsertado en la Camara de Diputados pese a que el reglamento No lo permite. En sí los libertarios creen que pueden llevarse todo por delante y hacer lo que les plazca. El Jefe de Gabinete Guillermo Francos ya probó que es capaz de decir una cosa a la mañana y otra a la tarde. Nada confiable. 


Dicho sea de paso, Misiones quiere que los trabajadores paguen Ganancias, cuando hace ocho meses apoyaban la idea proselitista de Sergio Massa de eliminar "ese impuesto al trabajo". Convicciones lábiles o "todo bien mientras No me toquen el bolsillo". 


En la reunión efectuada en el Centro de Convenciones de Posadas, Adolfo Safrán, Ministro de Hacienda volvió a plañir su letanía del Excel perfecto y la caída de la recaudación. La crónica del portal Primera Edición informa que el Intendente de Campo Grande, Carlos Sartori reiteró la frase del vademecum renovador: "estar cerca de la gente".  (Gente: masa informe, sin rostro, que no obliga ni compromete). 


Passalacqua rememoró con saudades el tiempo de vacas gordas - ¿con el kirchnerismo? - cuando el dinero venía en parvas. Cuando platudos en el 2007 se querían despegar de la candidatura de Cristina Kirchner por la ofuscación post Piña. Hoy, cuando las chirolas retintinean, Don Hugo pasa por alto la entrega a los brazos del macrismo y en el presente al mileísmo. Su célebre frase de "gobernabilidad" recíproca es una estampilla histórica. 


(Le toca bailar con las más feas en la gobernación. ¡Que amarga contradicción del destino!) 


Casi 630 mil dólares fueron distribuidos entre los municipios para "ir elongando", un eufemismo de "ir tirando o estirando la plata". Será aplicado a bacheo, cordón cuneta u obras de mantenimiento de caminos. Lo interesante del discurso de Passalacqua - según publica el Diario El Territorio - se manifiesta en este párrafo: 


"Sé que mucha gente la demoniza, que la obra pública es mala, que el estado es malo y yo creo que la infraestructura que hace el Estado es clave para el desarrollo de una comunidad. Hacer desde bacheos, empedrados que son consideradas obras menores y ahora son cosas obras mayores”


El problema de la baja credibilidad de las inversiones en obra pública es la sospecha de "choreo"dicho en diplomático idioma francés. 

El sobreprecio de costumbre, las empresitas armadas ad hoc por los propios intendentes para comprarse a ellos mismos, los vueltos con los proveedores, los eternos recálculos de las obras que son eternizadas a propósito, los escasos controles del empleo en negro de esos contratistas del Estado. (¿Complicidad sindical?) Las obradoras que harán gimnasia de pre calentamiento son aquellas que configuran el tejido político - empresarial largamente conocido en la provincia: Ruta 105 y Ruta 12. El jefe de Vialidad Provincial, Macías ya se curó en salud sobre la compensación del desfasaje de precios equivalente a casi un año atrás.  


Los habitantes de Garupá recordamos cómo las máquinas viales iba y venían cambiando el mismo bulto de tierra de lugar por Avenida Las Américas. Luego, la tardanza de casi un año para hacer 500 metros de la Colectora de la Ruta 12 a la altura de la Iglesia de Fátima. 


Como primer mandatario, Don Hugo tiene toda la botonera para controlar lo que se hace o deshace. Bajo su mando hay organismos que pueden cruzar datos de cumplimiento y sopesar cotizaciones, convenios, seguros, etc.


El sistema vermicular de la obra pública misionera está hambriento. La plata es corta y las uñas largas. 


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Aprovecho la ocasión para replantear el acceso a la información pública. 


En el agasajo por Dia del Periodista del 7 de junio pasado hablamos con colegas de que el régimen informativo del gobierno de la Renovación es un bluff. 


Por ejemplo pedir los datos de auditorías en el Tribunal de Cuentas de la provincia es una misión imposible. En los municipios y comunas peor.

El Boletín Oficial es una Torre de Babel escabrosa, un viaje al espacio sideral de lo incognito por su modelo web y buscador aplicado. Recontra viejo. Apenas le lavaron la cara pero NO cambió nada hace años. 


Para el colmo de males, los ciudadanos reciben  a diario los barnices de recubrimiento de los emisores mediáticos altamente solventados.  


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Viene plata del agujero proto-colar inventado con el gobierno de Milei por eso de andar creando "consensos". 


Una elongación calisténica de consentir. Habrá que ver si activa o pasivamente. 


 ¡No está fácil mesmo Don Hugo!




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Este trabajo tiene la licencia CC BY 4.0




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