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10/09/2024

El Conventillo - Buenos Aires, Argentina


Imagen de un conventillo de 1914



Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©



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La ciudad debió acompañar el crecimiento poblacional originado en la inmigración, con una adecuada oferta de habitaciones para alojar a esas gentes. La mudanza de los habitantes del casco antiguo hacia el Barrio Norte, a partir de la epidemia de fiebre amarilla registrada en 1871, permitió la utilización de esas antiguas residencias, muchas de ellas en pésimo estado, como alojamiento de los marginados que venían del exterior y los marginados que expulsaba el campo a partir del alambrado y otras reformas que se suscitaron casi en forma contemporánea al proceso inmigratorio.

Toda la calle Balcarce, desde Plaza de Mayo hasta Parque Lezama fue una sucesión de viejas casas coloniales con techos de tejas, tan bajos que parecían caerse encima de los transeúntes, devenidas en conventillos, con su chapa metálica, que según la ordenanza municipal indicaba la existencia de un inquilinato.

La falta de proporción existente entre la llegada de inmigrantes y el alojamiento insuficiente impulsó la construcción de gran cantidad de inquilinatos con un elevado grado de hacinamiento y deficiencias sanitarias.

En esas habitaciones vivían, comían, dormían amontonados y las utilizaban como talleres donde costureras, planchadoras, armadoras y sastres se dedicaban al sistema de “trabajo a domicilio”. El hacinamiento estaba agravado por el precario o inexistente servicio sanitario, que dio origen a verdaderos focos de enfermedades infecto contagiosas como el cólera y la tuberculosis.

Los cuartos de baño eran escasos y difícilmente podía bañarse la décima parte de las personas que allí habitaban. Bañarse en el conventillo no era fácil, con baño para 100 personas. Además, los baños permanecían abiertos pocas horas al día y todos debían lavarse en un tiempo muy corto. Las letrinas eran escasas y mal aseadas. El 20% de los conventillos de la ciudad de Buenos Aires no poseían baños ni letrinas de ninguna clase.

La falta de cocinas obligaba a los inquilinos a usar braseros, que se encendían en los patios junto a las puertas de las piezas; de esa manera, a la hora del almuerzo o cena, estaban encendidos en el mismo patio, 20 a 30 braseros. Los problemas se agravaban en los días de lluvia, porque los inquilinos cocinaban dentro de los cuartos. Cuando los ocupantes de una pieza eran verduleros o vendedores de pescado y no conseguían vender toda la mercadería, lo que sobraba era llevado a la habitación, cuya atmósfera se saturaba con las emanaciones de pescado, frutas y verduras pasadas.

El patio del conventillo era el espacio común de todos los inquilinos, donde se debía compartir la pileta de lavar, la soga de tender la ropa, la ducha y la letrina, lo que en muchas ocasiones provocó frecuentes peleas. En las mañanas de verano el conventillo era invadido por vendedores ambulantes y repartidores que llevaban provisiones como pan, leche, carne y verduras, entregadas de puerta en puerta o en pleno patio. Pero la mayoría de las mujeres prefería ir a los mercados y almacenes para comprar a más bajo precio.

No obstante, aparecen algunos personajes típicos como: el encargado, quién era el mandatario del propietario, responsable del cobro de los alquileres y del desalojo de algún moroso o indeseable, el que administraba la justicia casera ante los altercados propios de esos sórdidos lugares. Se perfila en el poema la convivencia entre “tanos” y “gallegos”, como fenómeno típico de la inmigración, que atraía gentes de los países más diversos; y finalmente aparece en el poema el sórdido mundo de los personajes marginales.

"...el proceso integrador que se producía en el conventillo, por cuanto entre sus habitantes, además de los inmigrantes, se encontraban los otros marginados del nuevo orden que se sucedía después de la Batalla de Caseros: los gauchos de a pie."

Este hombre, que ya habitaba el país, termina encontrándose con el inmigrante en una confluencia de culturas, comenzando un largo camino de génesis de una nueva sociedad y un nuevo hombre, proceso que aún hoy parece continuar.

Algunas casas patricias de notoria fama se convirtieron en conventillos; entre otras podemos citar La casa de la Virreina Vieja, ubicada en Perú y Belgrano, que fue habitada entre 1801  y 1804 por el Virrey del Pino, y luego por su viuda, por la cual llevaba esa denominación.; La casa de Ramos Mejía, ubicada en Bolívar 553, que fue el asiento de la legación extranjera y el refugio transitorio de Rosas previo a exiliarse en Inglaterra; La casa de Manuel de Lavardén, en Balcarce y Venezuela, que habitara el poeta autor del drama Siripo; y La casa de los López, construida por Don Manuel Planes, dónde Vicente López y Planes escribiera el Himno Nacional.

POEMARIO AL CONVENTILLO

Unos versos salidos de la pluma de Alberto Vaccarezza, tal vez nos ayuden a ingresar en el tema:

Un patio de conventillo
un italiano encargao
un yoyega retobao
una percanta, un vivillo
un chamuyo, una pasión
choques, celos, discusión
desafío, puñalada
espanto, disparada
auxilio, cana...telón

"...basten los versos de “Oro muerto”, el tango escrito por Julio Navarrine con música de Juan Raggi, que en la voz de Carlos Gardel nos hacen participar de la vida de un patio de conventillo de principios de siglo:

El conventillo luce su traje de etiqueta
Las paicas van llegando, dispuestas a mostrar,
que hay pilchas domingueras, que hay porte y hay silueta,
a los garabos reos, deseosos de tanguear.
La orquesta mistongera musita un tango fulo.
Los reos se desgranan buscando, entre el montón,
la princesita rosa de ensortijado rulo
que espera a su Romeo como una bendición.

El dueño de la casa
atiende a las visitas
los pibes del convento
gritan en derredor
jugando a la rayuela.
al salto, a las bolitas,
mientras un gringo curda
maldice al Redentor.

El fuelle melodioso termina un tango papa.
Una pebeta hermosa saca del corazón,
un ramo de violetas, que pone en la solapa
del garabito guapo, dueño de su ilusión.
Termina la milonga. Las minas retrecheras
salen con sus bacanes, henchidas de emoción,
llevando de esperanzas un cielo en sus ojeras
y un mundo de cariño dentro del corazón.

(extraído del libro: "De Garay a Gardel...La sociedad, el hombre común y el tango: 1580- 1916 "  Ediciones Biblioteca Nacional- Bs.As. - 1998).


Fuente: Carlos Araujo; Foro Argentino de la Cultura Urbana





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9/14/2024

Juan Esteban Duarte. Garupacero y guitarrero. Su buen momento.


Juancito Conversador. Afable y generoso. Si un día vez una foto de un astronauta de la NASA con guitarra probablemente sea él. 




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Juan Esteban Duarte es verborrágico, habla con las manos y rie con los ojos. Su carcajada resuena en chispeante alegoría a alguna situación o personaje pintarrajeado en doble sentido. Lo conocen, lo saludan porque de gurí (niño) anduvo en Garupá raspando suela para ganarse la vida. 


"Garupacero" por adopción - como dicen los criollos del lugar - pero nacido en Montecarlo, recaló en la periferia pueblerina en las mocedades. Este cronista lo conoció como entusiasta sindicalista de un incipiente gremio de los enfermeros, luego candidato a concejal, tropero de la política pero guitarrero empedernido por sobre todas las cosas.






Supimos por el relato de ancianas generosas, de sus tiempos de guisos arrimados. De aquello parece surgir esa manera de ser "comprador de viudas casaderas y recitador de serenatas". Hoy nos pone el corazón con serena alegría que le vaya bien. Encontró el reconocimiento de su talento natural, en el ensamble  musical del Santa María Trío. En el video hay más. 








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6/24/2024

Garupá. Batallas culturales en la Costanera. Free Style versus el Toro Candil.


Gero y Leito de Iguazú los ganadores del primer premio; Ruru y Alan Poe los segundos. 




Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©



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23 de junio de 2024. En la Costanera había dos mundos. Dos épocas. Hacía la playa de estacionamiento un escenario y personas mayores sentadas para ver la actuación de músicos y bailarines de folclore. 


Las tradiciones. La vestimentas de los campesinos argentinos que surgen en las fiestas patrias o los festivales. A las 00.00 llegaba "el Día de San Juan" en una noche de frío viento sur. 






Al otro lado un grupo de jóvenes asistían a la misa del free style, ese rap urbano que libra batallas verbales a un compás marcado. Otro planeta. Una corriente más universalizada y creciente en el patio trasero del Bronx estadounidense, donde nació.



Todos los años se retroalimenta la costumbre de promesantes que sacrifican por fe, con el cruce de brasas. Reminiscencias de la conquista española.

La quema de muñecos. Una rememoración de la Inquisición, cuando se quemaba en la hoguera a los pecadores. Torquemada bonus track para mantener el temor de la "Santa Iglesia Católica" en el vulgo. 

El Toro candil.  La fantasmagórica de un toro que se ve en la noche con los cuernos encendidos en llamas. Sincretismos de antiguas maneras de describir  al diablo que cada 24 de junio, en los carnavales europeos daba sus riendas sueltas al pecado. 



Nada que ver con el juego del palo enjabonado, el toro candil, la pelota tatá y el cruce de las brasas "a pata pelada". Cosas viejas, de viejos. 


Uno modo de entretenimiento quiere impornerse y el otro resistirse a morir. 



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* Las imágenes fueron extraídas del video directo de Ricardo Benitez / El Difusor Digital




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6/21/2024

El aguinaldo






Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©



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Últimamente veo gente hablando de cosas que No conozco. Por ejemplo esto. "Se esfuma el aguinaldo".


Es acaso un fantasma que se pierde en la bruma? Un ave nocturna que vuela en la espesura del monte? Un animal escurridizo que bufa entre los vapores de un amanecer invernal? Qué es esa especie ignota que nombran a cada rato? A qué ciencia escrita pertenece?

Aguinaldo. Palabra que suena a algo flaco, encorvado y voraz. Este especimen, como tantos otros desconocidos de la fauna, parece habitar naturalmente en la selva de Misiones. En el mes de junio o diciembre, todo el mundo habla de esta entidad no física o flotante. Conjeturo que puede parecerse a una medusa de río, grácil pero a la vez peligrosa al roce. La forma del aguinaldo es perceptible pero inasible. Los lugareños quieren darle una forma humana o de animal mitológico como el "chupacabras" pero resulta infructuoso.  

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Misionero. Denominación que procede de la palabra Misión. Propio de las Misiones Jesuíticas que se establecieron por obra de la Compañía de Jesús en el proceso colonizador del litoral argentino y áreas confluyentes de Paraguay y Brasil. 

Digo el "misionero " como gentilicio, porque es portador de esta palabra: aguinaldo. A mediados o al final del año austral, este nacido en la hoy provincia homónima, sufre una suerte de convulsion verbal y No puede parar de hablar o pensar en este idiolecto. Camina por las calles pensando en el aguinaldo, hace reuniones espontáneas entre vecinos, las iglesias de todo credo rezan por su multiplicación abundante mientras piden el diezmo.
 
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La medicina alopática no tiene ninguna solución que ofrecer hasta el momento. Los galenos suelen tratar con somníferos o mio relajantes a quienes padecen esta "cosa" que NO tiene una categoría patológica neta pero es "una enfermedad de síntomas difusos " que hace la vida imposible de las personas, hasta que "se va de golpe".

El misionero es particularmente sensible al aguinaldo; es el habitante de la Argentina que tiene la predisposición genética a padecer síntomas, cuyo repertorio registrado es: ansiedad, mareos, insomnio, sudor profuso durante la noche, pesadillas, proyecciones bulímicas como deseos de comer asado o comidas abundantes en proteínas y grasas. Beber bebidas alcohólicas o azucaradas. 

Desde la psiquiatría han observado la tendencia adictiva a "comprar cosas", aún de aquellas que ya tienen, porque produce un goce temporal ante la descarga de dopamina en el cerebro. No distingue a género en particular, sólo que en las mujeres se acrecienta la tendencia a ir a la peluquería o a recorrer tiendas diversas.
 
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Este mal o problema o sensación de placer - displacer ataca especialmente a los empleados públicos de toda clase, con o sin uniforme por lo que su incidencia alcanza al 40% de la población económicamente activa. En el ámbito privado el aguinaldo se vive de manera contradictoria.  

Para los dueños de empresas o comercios suele ser un flagelo similar a los efectos dañinos de una plaga de langostas. Como si fuera un insecto extra terrestre que tiene la capacidad de perforar y penetrar en cajas fuertes, cuentas corrientes bancarias, por lo que el sector asume su presencia como una pérdida irreparable. 

Según investigadores médicos, si el empresario o comerciante es oriundo de Misiones, se agregaría una variante sintomatológica: una pulsión irrefrenable por proferir sonoros insultos a la vida mientras visualiza un filoso cuchillo aproximado a sus testículos. Luego del copioso llanto de descarga emocional, sobreviene una resignación. Algo así como la tristeza post parto. 

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El aguinaldo en Misiones tiene su costado político. Una provincia que tiene localidades con el nombre de próceres del radicalismo como Alem, Irigoyen, Illia, es imposible que tal especie o ente sobrehumano caiga bien. 

Además tiene resonancias históricas de patrones que antonomasia, gustan de regodearse con el laboreo a destajo y poner el valor del trabajo a su antojo. Que a Juan Domingo Perón se le haya ocurrido implementar el aguinaldo es una afrenta al amor propio del patrón misionero. Tal vez haya quedado un resabio de aquella ofensa en un resquicio de la memoria histórica y que el curso de los tiempos hayan aminorado ese sentimiento. No obstante hay rasgos persistentes. El patrón misionero necesita la sensación inigualable de que" te está dando el trabajo". 

Hay que hacer notar que aún quedan boyando en la sociedad algunos aberrados que suelen pensar que el obrero, el trabajador le tiene que decir a fin de mes: ¿Cuanto le debo patrón por haber trabajado este mes para usted?

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En la Argentina, especialmente en la provincia de Misiones, este "padecimiento" - por no llamarlo enfermedad - fue disminuyendo paulatinamente según las estadísticas de empleo. Este dato originado en las encuestas de hogares fue analizado como una posible solución dirigida al bienestar psico social. Pero tiene su lado oscuro y No se puede aplicar a rajatabla, como anhelan sectores del empresariado, dado el uso y la costumbre. 

Tampoco se puede crear una ley laboral que lo quite de cuajo sin causar el levantamiento de protestas y desencadenar un descontrol inimaginable. Especialmente en Misiones donde una víscera más acompaña al aparato vital del cuerpo humano: el bolsillo. Sacarle el aguinaldo al misionero se puede comparar con arrancarle un riñon de un mordisco. Ergo: una bestialidad infrahumana. 

Al aumentar el despido de asalariados en lo público y lo privado, desaparece "magicamente" este estadío de angustia positiva de medio año o fin de año, tornándose en una depresión o "saudade", salvo que el sujeto de estudio pase a una instancia jubilatoria. En la etapa de retiro perduran los efectos o "el escozor del aguinaldo" pero con baja intensidad debido a cierta resignación propia de la edad. 

En Misiones el 60% de la población económicamente activa puede considerarse "curada" de esta patología porque No la siente, no conoce la sensación, aunque ve en otros los rasgos de padecerla. Como todo el mundo espera la temporada de medio o fin de año, como quien espera a las alergias de otoño o primavera, la mayoría predispone su espíritu para aguantar a los que hablan del aguinaldo de la mañana a la noche.

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Como señalé al inicio de esta semblanza, hay personas nacidas en Misiones que No conocen el sentido profundo de esta palabra tan expandida. Lo mismo puede ocurrirle a otros no originarios de la provincia. Sin embargo es tan abrumadora las veces que se la repite que suele ser contagiosa a niveles emocionales o del comportamiento humano. 

Los medios de comunicación contribuyen a la diseminación y exacerbación consecuente de lo que describimos como síntomas y signos del síndrome. Por ejemplo comercios que abren sus puertas más temprano y las cierran mas tarde de lo acostumbrado. Inclusive dueños de esos negocios que duermen en sus locales. 

Pasan cosas insólitas como bancos enviando atentos recordatorios de créditos disponibles o deudas por cobrar. Aumentan exponencialmente los mensajes de texto o correos electrónicos de amigos que piden la devolución de préstamos con seis meses de promesa; la actividad de cobranzas de los usureros se aumenta. Una derivada impensada suele suceder con hechos de carácter judicial o policial. El aguinaldo tiene una capacidad radicular similar a los rizomas de las gramíneas bajo tierra. 

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Así "el aguinaldo" persiste en la quintaesencia del misionero. Desencadena reacciones de las más inesperadas. Una vez leí al azar que un padre le quiso poner "Aguinaldo" como segundo nombre a su hijo. Jose Aguinaldo Pérez! para No revelar la real existencia del humilde trabajador de la tarefa yerbatera. 

En esta provincia de verde abundante y tierra colorada, está tallado "el aguinaldo" en la idiosincracia. Es prácticamente imposible eludirlo entre las cientos de palabras en guaraní. ¿Será porque su sonido se asemeja a la pronunciación gutural, nasal, gangosa? ¡Aguinaldo aña membui! ¡Aguinaldo cheponemoi! Suena a sapucay. Un grito que se libera por la alegría, la tristeza o el coraje ciego. 

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El aguinaldo despierta en el misionero mil coloraturas. Lo interpreta y lo describe. Lo arrima al calor más tibio y "maternal" que puede sentir: el amor al dinero. El amor al tener. A ser através de las cosas que posee. No sé porqué será así. ¿Por las influencias gringas que llegaron a estas tierras despojadas de todo y llenas de hambre? ¿Por aferrarse a lo material con uñas y dientes como una fiera herida? ¿Es la mezcla con las inclemencias sociales del paisano originario mbya que lo dejaron de lado, abandonado, le quitaron su selva y hay un regusto amargo anacestral que la sangre del hereditario No perdona? 

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El aguinaldo representa muchas cosas al mismo tiempo, en la elipsis descriptiva que traza el espacio de la humorada y la realidad mas dura. 




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6/16/2024

Remigio


Don Remigio. Mi padre. Una imagen tomada en el incipiente aprendizaje de fotografía. Año 1974  




Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©




Mi padre fue sastre en su vida. Toda su vida. Desde que aprendió el oficio bien de abajo, barriendo el taller de un italiano de apellido Ruffa. Siempre lo recordaba con respeto y cariño. De algún modo lo salvó de un futuro incierto. Su territorio de pubertad y adolescencia fue en la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero. 

Mi padre fue hijo biológico de un juez de noble apellido: Ponce y Gómez.  Mi abuela quedó embarazada de un arrebato del letrado cuando trabajaba de empleada doméstica en su casa. Allá lejos y hace tiempo las cosas eran iguales en las porquerías pero se ocultaban más fácilmente. 

Mi padre tuvo una madre que fue padre al mismo tiempo porque avergonzada y vulnerada prefirió huir de las garras del notable sinvergüenza o cobarde para tenerlo sola y criarlo con sudor y lágrimas. Nació con el apellido Maidana pero después de un tiempo, María se casó con un carbonero que le dió su filiación paternal.  Desde entonces, Remigio, a los 10 años comenzó a llamarse Cruz. 

Padre o madre es el que cría, protege y obviamente ama. 

Recuerdo a mi padre en su relato de la vida pasada cuando el vino aflojaba su carácter adusto, especialmente los domingos, en los que la ceremonia de un trabajador era un puchero bien servido. Cerca del mediodía mi mandado era ir al almacén con la botella de Talacasto y el sifón de soda a buscar la bebida fresca porque No teníamos heladera. Se compraba hielo en barra sólo para las fiestas. 

Miraba a mi padre de diversos ángulos y con ánimos masomenos permanentes,salvo su cara de preocupación cuando faltaba el trabajo grande, como hacer un traje, un sobretodo, un pantalón. Los remiendos eran para ir zafando. 

De niño uno mira a su padre desde abajo, como preguntando. En mi caso fue jugando con botones interminables partidos de Rácing contra cualquiera, porque era aquél célebre "equipo de José" y el Chango Cárdenas era el ídolo del momento en la provincia y el país después del golazo al Celtic de Inglaterra. En la radio siempre prendida llegaban las transmisiones desde Buenos Aires. Y los tangos o las chacareras. 

Mi padre me quiso enseñar el oficio pero No prendió en mí esa vocación tal vez porque lo vi renegar con clientes panzones y culones que querían el traje pintado como Carlos Gardel pero no les daba el cuero. Igual mi padre hacía magia con las tijeras y los tipos salían vestidos como galanes de cine. Remigio era bueno en lo suyo. Realmente un artesano de primer nivel. 

Cuando estaba contento silbaba o cantaba la misma zamba de Los Chalchaleros. Resuenan en mi memoria las pocas estrofas que tarareaba: "..sapo cancionero...canta mi canción...que la vida es triste si no la vivimos con una ilusión"; la que silbaba mas seguido era "Cocherito"...."oiga cocherito...pa´ donde me va llevar..." 

Mi padre tenía clientes de la política, médicos, etc. que venían al taller No sólo a confeccionarse la ropa sino a conversar con él de los asuntos del país, del gobierno. Con segundo grado aprendió a leer con la voluntad con la que aprendió su oficio. Puntada a puntada, letra por letra. De no haber tenido que trabajar desde chico para ayudar a su madre con unas monedas, a lo mejor hubiera sido un profesional importante. Tanto como esos señores que venían a charlar y se quedaban un rato de tertulia mientras planchaba la prenda que iban a retirar. 

Uno de sus clientes fue el gobernador radical, el "Turco" Miguel. Otro fue Santucho, el guerrillero del ERP que vivía a tres cuadras. 

Mi padre me enseñaba con astucia. Me hacía leer el diario El Liberal en voz alta mientras surfilaba una percalina. A los ocho años ya leía de corrido. Me hizo periodista y locutor casi naturalmente. Así en el barrio los vecinos se asombraban al escucharme hablar de noticias y aconteceres cuando simplemente repetía como loro lo que mi prístina memoria guardaba de lo que leía en la silla petisa. Junto a él.

Mao, Kennedy, Churchill, Perón, Evita y Alfredo Palacios eran nombres conocidos en mi casa. Los chicos de mi edad me miraban como bicho raro cuando soltaba esos apellidos ilustres de casualidad. Era mi padre que estaba en mi, tallado como la historia misma de esos tiempos. 

Crecí admirándolo en las reuniones del sindicato, del Club Villa Mercedes. Con sus anécdotas del servicio militar en Rosario de la Frontera, Salta donde fue campeón de tiro. Con leyendas de desolaciones campesinas. Con el brasero encendido en los inviernos entibiando palabras que enseñan. 

De vez en cuando vienen a mi, el retumbo de sus frases, sus permanentes deseos de justicia, su bronca con los militares del 76 porque nunca pensó que "el ejercito argentino ande revolviendo las bombachas en las casas" en esos años de tragedia nacional auto infringida. 

Mi padre soñó con un mundo mejor para sus hijos y sus nietos como todos los padres. De eso estoy seguro. Por suerte lo aproveché casi sin darme cuenta en la infancia y en la pubertad porque uno era chico hasta los 15 o 16. No había la locura del siglo 21 aunque desde 1969 cuando el hombre llegó a la Luna él me decía que se venía otro mundo.

Y así fue. Mi generación es como el último eslabón del trompo, las bolitas y las figuritas y la aceleración de la historia para peor, que la tecnología en su fase maldita descorazona al hombre del prójimo. 

Aprieto la mirada en el ayer, el pecho se me cierra como un puño. Puedo sentirlo, extrañarlo retornando al niño pero también al hombre que lo vió envejecido en su lecho de muerte.  

Me gustaría sí, tenerlo vivo, para que me vuelva contar esos cuentos y ocurrencias, con su vaso de vino girando en sus dedos, con las migas de pan de la sobremesa. 

Tarde, demasiado tarde se comprende que el oro de la vida está en lo profundo, en lo sutil, en lo invisible e inmaterial. En el alma.

Sé que mi padre está en mi en algunos gestos. Cuando suelto una carcajada media corta y me saltan las lágrimas. En los silencios largos que a veces me asaltan. En el beso sin afeitar. 



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4/29/2024

Garupá. La misa del rap en la Costanera. Jóvenes que batallan por su identidad y temáticas.



Una misa de rap es una movida que pasa por un mundo tangencial a la "cultura convencional". Surge por la unión de soledades juveniles que quieren contar lo que les pasa y los motiva. 






El rap desciende de lo rítmico afroamericano. Toda nuestra América tiene su tinte ineludible. Si nos remontamos a su origen, podemos calar profundo en la forma de "hablar cantando" las cosas comunes, así como el "cantar hablando" las cosas de Dios en el gosspel. 

Si algo une ambas formas es la búsqueda constante de la liberación espiritual, de la esclavitud material. Su esplendor en la modernidad se referencia en el Bronx neoyorquino de la década de 1960 - 1970. 

Su expansión geográfica llegó de la mano de la "industria cultural" cuyo enclave principal se magnifica en plataformas de Internet. La penetración es infalible y a la vez constituye un extraordinario instrumento de dominación política por más que muchos jóvenes No interpreten este costado del fenómeno.

La uniformización del pensamiento es parte de la planificación estratégica para Latinoamérica de parte de las usinas del Poder real. Pero ese es otro tema, más álgido o complicado. 

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Hay un desafío que los atraviesa como generación. De algún modo hay que descubrir una respuesta o describir el problema social para darle un sentido. Los jóvenes no son pasivos hoy y crean su propia "música" donde las palabras se incrustan en una marcación uniforme. 

Las "batallas" son de rima libre, de relámpagos de inspiración, con niveles dispares de "luminosidad" que exigen al contrincante estar a la altura. En ese punto comienza a tallar el back up de palabras que tenga el adversario para No mostrar una "navegación" por las mismas frases. La mente vuelca lo que tiene en el archivo. 

Lo bueno del free style es es que permite poner en palabras los conflictos individuales y grupales. Aún de las micro comunidades de la sociedad.  

Los chicos de hoy tienen resonancias de lo que fue en otros tiempos la tenida de payadores. Allá por los años 1880 hubo uno como ellos que se llamó Gabino Ezeiza. Cantaba décimas de rima consonante a las gloriosas batallas de la Independencia. 

Gabino Ezeiza. Si. Exactamente el nombre de la localidad bonaerense donde está el aeropuerto internacional por donde se van nuestros jóvenes en el presente. (permítanme la disgresión). 

Lo bueno y rescatable es la "batalla cultural" por nuestra identidad con otras armas. Nadie mejor que nuestros pibes para librarla con otro formato pero con la misma pasión. 

Alcides Cruz





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9/23/2023

Garupá. Alumnos del ITEC 3 emprendieron ambicioso proyecto audiovisual


Un cuento premiado a nivel nacional del autor garupaense Juan Esteban Martínez será el eje de un trabajo integrador de formatos que realizarán alumnos de la carrera de diseño gráfico del ITEC 3 del barrio Fátima. 




La idea es llegar por las múltiples plataformas y redes, en varios idiomas a todo el mundo. 

El proyecto esta en fase preparatoria. Tiene el criterio de hacer sobresalir a la cultura regional y por sobre todas las cosas, establecer un producto cultural desarrollado por jóvenes de la localidad.  

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7/01/2022

Los santiagueños y el amor por el chamamé maseta.


En Santiago del Estero - pago donde nací - siempre se bailó el chamamé; diría desde el fondo mismo de la historia de esa hermosa música litoraleña. 

Los cosecheros del algodón y de las naranjas que provenían de Santiago, a veces con sus familias completas,  fueron los transmisores naturales de sus sones y sus formas bailables. 

Los santiagueños, más amantes de la rítmica entusiasta de la chacarera y el gato, especulo habrán encontrado el modo más alegre al crear un sincretismo. 

Hoy se lo conoce como "chamamé maseta", con la típica estampa del danzarín zapateador, en un deleite enamoradizo para mostrar a la moza sus habilidades. 

Véase aqui un ejemplo de esa belleza hecha danza:






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12/08/2021

Realismo mágico camino a Oberá

Igual, mucho para hablar no daba, si tenemos en cuenta lo maravilloso del paisaje. Oberá, la ciudad mágica, con las mujeres más bellas que dios haya decidido -si es que existe- anclar en este puto planeta, con esos eternos vaivenes, hospitalidad como en ningún lado, los miles de verdes, la calor.

Y seguimos en la ruta. Casi dos horas de viaje por lenguas de asfalto entre tanto monte, tanta cuerva que te da la impresión de que te estrolarás de inmediato con la eterna cantidad de camiones que transitan el corazón del Mercosur. Las chacras, los chanchos, las gallinas, las plantaciones de té y yerba mate -nunca sé cuál es cuál-, las araucarias, el cosquilleo en la panza de las subidas y bajadas, las gotas de agua que se piantan al matear y te queman hasta el hueso de la mano, el cegador sol de frente, los brillos molticromáticos, el canto de las aves, las mariposas de National Geographic que se estampan en el parabrizas, las escuelas rurales a la veda de la ruta, los municipios risueños que no suman más de cuatro casas, los nenes jugando descalzos en el barro color sangre, los rasgos guaraníticos acompañados de piel de barro, las melenas casi albinas con las pieles rosadas, el aire acondicionado al repalazo.

Terminamos. Volvemos. "¿Querés volver por Oberá o hacemos la otra ruta?", preguntó el conductor. Le dije que me daba lo mismo. "Si no conocés Misiones del todo, volvemos por la otra". Sonrió, cándidamente. Casi no entablamos diálogo en los ciento y monedas de kilómetros que nos separaban de casa. Llegamos. Me miró y sin atenuantes, me dijo: "¿Viste? Simplemente es lo más parecido al paraíso". Yo sabía que él, Sixto Fariña, era hombre de pocas pero de justísimas palabras. No se había equivocado en nada. De pedo que no nos topamos ni con Adán ni con Eva.






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