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6/24/2024

Garupá. Batallas culturales en la Costanera. Free Style versus el Toro Candil.


Gero y Leito de Iguazú los ganadores del primer premio; Ruru y Alan Poe los segundos. 




Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©



COLABORE CON EL PERIODISTA

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23 de junio de 2024. En la Costanera había dos mundos. Dos épocas. Hacía la playa de estacionamiento un escenario y personas mayores sentadas para ver la actuación de músicos y bailarines de folclore. 


Las tradiciones. La vestimentas de los campesinos argentinos que surgen en las fiestas patrias o los festivales. A las 00.00 llegaba "el Día de San Juan" en una noche de frío viento sur. 






Al otro lado un grupo de jóvenes asistían a la misa del free style, ese rap urbano que libra batallas verbales a un compás marcado. Otro planeta. Una corriente más universalizada y creciente en el patio trasero del Bronx estadounidense, donde nació.



Todos los años se retroalimenta la costumbre de promesantes que sacrifican por fe, con el cruce de brasas. Reminiscencias de la conquista española.

La quema de muñecos. Una rememoración de la Inquisición, cuando se quemaba en la hoguera a los pecadores. Torquemada bonus track para mantener el temor de la "Santa Iglesia Católica" en el vulgo. 

El Toro candil.  La fantasmagórica de un toro que se ve en la noche con los cuernos encendidos en llamas. Sincretismos de antiguas maneras de describir  al diablo que cada 24 de junio, en los carnavales europeos daba sus riendas sueltas al pecado. 



Nada que ver con el juego del palo enjabonado, el toro candil, la pelota tatá y el cruce de las brasas "a pata pelada". Cosas viejas, de viejos. 


Uno modo de entretenimiento quiere impornerse y el otro resistirse a morir. 



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* Las imágenes fueron extraídas del video directo de Ricardo Benitez / El Difusor Digital




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Este trabajo tiene la licencia CC BY 4.0




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6/21/2024

El aguinaldo






Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©



COLABORE CON EL PERIODISTA

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Últimamente veo gente hablando de cosas que No conozco. Por ejemplo esto. "Se esfuma el aguinaldo".


Es acaso un fantasma que se pierde en la bruma? Un ave nocturna que vuela en la espesura del monte? Un animal escurridizo que bufa entre los vapores de un amanecer invernal? Qué es esa especie ignota que nombran a cada rato? A qué ciencia escrita pertenece?

Aguinaldo. Palabra que suena a algo flaco, encorvado y voraz. Este especimen, como tantos otros desconocidos de la fauna, parece habitar naturalmente en la selva de Misiones. En el mes de junio o diciembre, todo el mundo habla de esta entidad no física o flotante. Conjeturo que puede parecerse a una medusa de río, grácil pero a la vez peligrosa al roce. La forma del aguinaldo es perceptible pero inasible. Los lugareños quieren darle una forma humana o de animal mitológico como el "chupacabras" pero resulta infructuoso.  

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Misionero. Denominación que procede de la palabra Misión. Propio de las Misiones Jesuíticas que se establecieron por obra de la Compañía de Jesús en el proceso colonizador del litoral argentino y áreas confluyentes de Paraguay y Brasil. 

Digo el "misionero " como gentilicio, porque es portador de esta palabra: aguinaldo. A mediados o al final del año austral, este nacido en la hoy provincia homónima, sufre una suerte de convulsion verbal y No puede parar de hablar o pensar en este idiolecto. Camina por las calles pensando en el aguinaldo, hace reuniones espontáneas entre vecinos, las iglesias de todo credo rezan por su multiplicación abundante mientras piden el diezmo.
 
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La medicina alopática no tiene ninguna solución que ofrecer hasta el momento. Los galenos suelen tratar con somníferos o mio relajantes a quienes padecen esta "cosa" que NO tiene una categoría patológica neta pero es "una enfermedad de síntomas difusos " que hace la vida imposible de las personas, hasta que "se va de golpe".

El misionero es particularmente sensible al aguinaldo; es el habitante de la Argentina que tiene la predisposición genética a padecer síntomas, cuyo repertorio registrado es: ansiedad, mareos, insomnio, sudor profuso durante la noche, pesadillas, proyecciones bulímicas como deseos de comer asado o comidas abundantes en proteínas y grasas. Beber bebidas alcohólicas o azucaradas. 

Desde la psiquiatría han observado la tendencia adictiva a "comprar cosas", aún de aquellas que ya tienen, porque produce un goce temporal ante la descarga de dopamina en el cerebro. No distingue a género en particular, sólo que en las mujeres se acrecienta la tendencia a ir a la peluquería o a recorrer tiendas diversas.
 
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Este mal o problema o sensación de placer - displacer ataca especialmente a los empleados públicos de toda clase, con o sin uniforme por lo que su incidencia alcanza al 40% de la población económicamente activa. En el ámbito privado el aguinaldo se vive de manera contradictoria.  

Para los dueños de empresas o comercios suele ser un flagelo similar a los efectos dañinos de una plaga de langostas. Como si fuera un insecto extra terrestre que tiene la capacidad de perforar y penetrar en cajas fuertes, cuentas corrientes bancarias, por lo que el sector asume su presencia como una pérdida irreparable. 

Según investigadores médicos, si el empresario o comerciante es oriundo de Misiones, se agregaría una variante sintomatológica: una pulsión irrefrenable por proferir sonoros insultos a la vida mientras visualiza un filoso cuchillo aproximado a sus testículos. Luego del copioso llanto de descarga emocional, sobreviene una resignación. Algo así como la tristeza post parto. 

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El aguinaldo en Misiones tiene su costado político. Una provincia que tiene localidades con el nombre de próceres del radicalismo como Alem, Irigoyen, Illia, es imposible que tal especie o ente sobrehumano caiga bien. 

Además tiene resonancias históricas de patrones que antonomasia, gustan de regodearse con el laboreo a destajo y poner el valor del trabajo a su antojo. Que a Juan Domingo Perón se le haya ocurrido implementar el aguinaldo es una afrenta al amor propio del patrón misionero. Tal vez haya quedado un resabio de aquella ofensa en un resquicio de la memoria histórica y que el curso de los tiempos hayan aminorado ese sentimiento. No obstante hay rasgos persistentes. El patrón misionero necesita la sensación inigualable de que" te está dando el trabajo". 

Hay que hacer notar que aún quedan boyando en la sociedad algunos aberrados que suelen pensar que el obrero, el trabajador le tiene que decir a fin de mes: ¿Cuanto le debo patrón por haber trabajado este mes para usted?

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En la Argentina, especialmente en la provincia de Misiones, este "padecimiento" - por no llamarlo enfermedad - fue disminuyendo paulatinamente según las estadísticas de empleo. Este dato originado en las encuestas de hogares fue analizado como una posible solución dirigida al bienestar psico social. Pero tiene su lado oscuro y No se puede aplicar a rajatabla, como anhelan sectores del empresariado, dado el uso y la costumbre. 

Tampoco se puede crear una ley laboral que lo quite de cuajo sin causar el levantamiento de protestas y desencadenar un descontrol inimaginable. Especialmente en Misiones donde una víscera más acompaña al aparato vital del cuerpo humano: el bolsillo. Sacarle el aguinaldo al misionero se puede comparar con arrancarle un riñon de un mordisco. Ergo: una bestialidad infrahumana. 

Al aumentar el despido de asalariados en lo público y lo privado, desaparece "magicamente" este estadío de angustia positiva de medio año o fin de año, tornándose en una depresión o "saudade", salvo que el sujeto de estudio pase a una instancia jubilatoria. En la etapa de retiro perduran los efectos o "el escozor del aguinaldo" pero con baja intensidad debido a cierta resignación propia de la edad. 

En Misiones el 60% de la población económicamente activa puede considerarse "curada" de esta patología porque No la siente, no conoce la sensación, aunque ve en otros los rasgos de padecerla. Como todo el mundo espera la temporada de medio o fin de año, como quien espera a las alergias de otoño o primavera, la mayoría predispone su espíritu para aguantar a los que hablan del aguinaldo de la mañana a la noche.

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Como señalé al inicio de esta semblanza, hay personas nacidas en Misiones que No conocen el sentido profundo de esta palabra tan expandida. Lo mismo puede ocurrirle a otros no originarios de la provincia. Sin embargo es tan abrumadora las veces que se la repite que suele ser contagiosa a niveles emocionales o del comportamiento humano. 

Los medios de comunicación contribuyen a la diseminación y exacerbación consecuente de lo que describimos como síntomas y signos del síndrome. Por ejemplo comercios que abren sus puertas más temprano y las cierran mas tarde de lo acostumbrado. Inclusive dueños de esos negocios que duermen en sus locales. 

Pasan cosas insólitas como bancos enviando atentos recordatorios de créditos disponibles o deudas por cobrar. Aumentan exponencialmente los mensajes de texto o correos electrónicos de amigos que piden la devolución de préstamos con seis meses de promesa; la actividad de cobranzas de los usureros se aumenta. Una derivada impensada suele suceder con hechos de carácter judicial o policial. El aguinaldo tiene una capacidad radicular similar a los rizomas de las gramíneas bajo tierra. 

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Así "el aguinaldo" persiste en la quintaesencia del misionero. Desencadena reacciones de las más inesperadas. Una vez leí al azar que un padre le quiso poner "Aguinaldo" como segundo nombre a su hijo. Jose Aguinaldo Pérez! para No revelar la real existencia del humilde trabajador de la tarefa yerbatera. 

En esta provincia de verde abundante y tierra colorada, está tallado "el aguinaldo" en la idiosincracia. Es prácticamente imposible eludirlo entre las cientos de palabras en guaraní. ¿Será porque su sonido se asemeja a la pronunciación gutural, nasal, gangosa? ¡Aguinaldo aña membui! ¡Aguinaldo cheponemoi! Suena a sapucay. Un grito que se libera por la alegría, la tristeza o el coraje ciego. 

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El aguinaldo despierta en el misionero mil coloraturas. Lo interpreta y lo describe. Lo arrima al calor más tibio y "maternal" que puede sentir: el amor al dinero. El amor al tener. A ser através de las cosas que posee. No sé porqué será así. ¿Por las influencias gringas que llegaron a estas tierras despojadas de todo y llenas de hambre? ¿Por aferrarse a lo material con uñas y dientes como una fiera herida? ¿Es la mezcla con las inclemencias sociales del paisano originario mbya que lo dejaron de lado, abandonado, le quitaron su selva y hay un regusto amargo anacestral que la sangre del hereditario No perdona? 

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El aguinaldo representa muchas cosas al mismo tiempo, en la elipsis descriptiva que traza el espacio de la humorada y la realidad mas dura. 




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Este trabajo tiene la licencia CC BY 4.0




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6/16/2024

Remigio


Don Remigio. Mi padre. Una imagen tomada en el incipiente aprendizaje de fotografía. Año 1974  




Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©




Mi padre fue sastre en su vida. Toda su vida. Desde que aprendió el oficio bien de abajo, barriendo el taller de un italiano de apellido Ruffa. Siempre lo recordaba con respeto y cariño. De algún modo lo salvó de un futuro incierto. Su territorio de pubertad y adolescencia fue en la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero. 

Mi padre fue hijo biológico de un juez de noble apellido: Ponce y Gómez.  Mi abuela quedó embarazada de un arrebato del letrado cuando trabajaba de empleada doméstica en su casa. Allá lejos y hace tiempo las cosas eran iguales en las porquerías pero se ocultaban más fácilmente. 

Mi padre tuvo una madre que fue padre al mismo tiempo porque avergonzada y vulnerada prefirió huir de las garras del notable sinvergüenza o cobarde para tenerlo sola y criarlo con sudor y lágrimas. Nació con el apellido Maidana pero después de un tiempo, María se casó con un carbonero que le dió su filiación paternal.  Desde entonces, Remigio, a los 10 años comenzó a llamarse Cruz. 

Padre o madre es el que cría, protege y obviamente ama. 

Recuerdo a mi padre en su relato de la vida pasada cuando el vino aflojaba su carácter adusto, especialmente los domingos, en los que la ceremonia de un trabajador era un puchero bien servido. Cerca del mediodía mi mandado era ir al almacén con la botella de Talacasto y el sifón de soda a buscar la bebida fresca porque No teníamos heladera. Se compraba hielo en barra sólo para las fiestas. 

Miraba a mi padre de diversos ángulos y con ánimos masomenos permanentes,salvo su cara de preocupación cuando faltaba el trabajo grande, como hacer un traje, un sobretodo, un pantalón. Los remiendos eran para ir zafando. 

De niño uno mira a su padre desde abajo, como preguntando. En mi caso fue jugando con botones interminables partidos de Rácing contra cualquiera, porque era aquél célebre "equipo de José" y el Chango Cárdenas era el ídolo del momento en la provincia y el país después del golazo al Celtic de Inglaterra. En la radio siempre prendida llegaban las transmisiones desde Buenos Aires. Y los tangos o las chacareras. 

Mi padre me quiso enseñar el oficio pero No prendió en mí esa vocación tal vez porque lo vi renegar con clientes panzones y culones que querían el traje pintado como Carlos Gardel pero no les daba el cuero. Igual mi padre hacía magia con las tijeras y los tipos salían vestidos como galanes de cine. Remigio era bueno en lo suyo. Realmente un artesano de primer nivel. 

Cuando estaba contento silbaba o cantaba la misma zamba de Los Chalchaleros. Resuenan en mi memoria las pocas estrofas que tarareaba: "..sapo cancionero...canta mi canción...que la vida es triste si no la vivimos con una ilusión"; la que silbaba mas seguido era "Cocherito"...."oiga cocherito...pa´ donde me va llevar..." 

Mi padre tenía clientes de la política, médicos, etc. que venían al taller No sólo a confeccionarse la ropa sino a conversar con él de los asuntos del país, del gobierno. Con segundo grado aprendió a leer con la voluntad con la que aprendió su oficio. Puntada a puntada, letra por letra. De no haber tenido que trabajar desde chico para ayudar a su madre con unas monedas, a lo mejor hubiera sido un profesional importante. Tanto como esos señores que venían a charlar y se quedaban un rato de tertulia mientras planchaba la prenda que iban a retirar. 

Uno de sus clientes fue el gobernador radical, el "Turco" Miguel. Otro fue Santucho, el guerrillero del ERP que vivía a tres cuadras. 

Mi padre me enseñaba con astucia. Me hacía leer el diario El Liberal en voz alta mientras surfilaba una percalina. A los ocho años ya leía de corrido. Me hizo periodista y locutor casi naturalmente. Así en el barrio los vecinos se asombraban al escucharme hablar de noticias y aconteceres cuando simplemente repetía como loro lo que mi prístina memoria guardaba de lo que leía en la silla petisa. Junto a él.

Mao, Kennedy, Churchill, Perón, Evita y Alfredo Palacios eran nombres conocidos en mi casa. Los chicos de mi edad me miraban como bicho raro cuando soltaba esos apellidos ilustres de casualidad. Era mi padre que estaba en mi, tallado como la historia misma de esos tiempos. 

Crecí admirándolo en las reuniones del sindicato, del Club Villa Mercedes. Con sus anécdotas del servicio militar en Rosario de la Frontera, Salta donde fue campeón de tiro. Con leyendas de desolaciones campesinas. Con el brasero encendido en los inviernos entibiando palabras que enseñan. 

De vez en cuando vienen a mi, el retumbo de sus frases, sus permanentes deseos de justicia, su bronca con los militares del 76 porque nunca pensó que "el ejercito argentino ande revolviendo las bombachas en las casas" en esos años de tragedia nacional auto infringida. 

Mi padre soñó con un mundo mejor para sus hijos y sus nietos como todos los padres. De eso estoy seguro. Por suerte lo aproveché casi sin darme cuenta en la infancia y en la pubertad porque uno era chico hasta los 15 o 16. No había la locura del siglo 21 aunque desde 1969 cuando el hombre llegó a la Luna él me decía que se venía otro mundo.

Y así fue. Mi generación es como el último eslabón del trompo, las bolitas y las figuritas y la aceleración de la historia para peor, que la tecnología en su fase maldita descorazona al hombre del prójimo. 

Aprieto la mirada en el ayer, el pecho se me cierra como un puño. Puedo sentirlo, extrañarlo retornando al niño pero también al hombre que lo vió envejecido en su lecho de muerte.  

Me gustaría sí, tenerlo vivo, para que me vuelva contar esos cuentos y ocurrencias, con su vaso de vino girando en sus dedos, con las migas de pan de la sobremesa. 

Tarde, demasiado tarde se comprende que el oro de la vida está en lo profundo, en lo sutil, en lo invisible e inmaterial. En el alma.

Sé que mi padre está en mi en algunos gestos. Cuando suelto una carcajada media corta y me saltan las lágrimas. En los silencios largos que a veces me asaltan. En el beso sin afeitar. 



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Este trabajo tiene la licencia CC BY 4.0




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4/29/2024

Garupá. La misa del rap en la Costanera. Jóvenes que batallan por su identidad y temáticas.



Una misa de rap es una movida que pasa por un mundo tangencial a la "cultura convencional". Surge por la unión de soledades juveniles que quieren contar lo que les pasa y los motiva. 






El rap desciende de lo rítmico afroamericano. Toda nuestra América tiene su tinte ineludible. Si nos remontamos a su origen, podemos calar profundo en la forma de "hablar cantando" las cosas comunes, así como el "cantar hablando" las cosas de Dios en el gosspel. 

Si algo une ambas formas es la búsqueda constante de la liberación espiritual, de la esclavitud material. Su esplendor en la modernidad se referencia en el Bronx neoyorquino de la década de 1960 - 1970. 

Su expansión geográfica llegó de la mano de la "industria cultural" cuyo enclave principal se magnifica en plataformas de Internet. La penetración es infalible y a la vez constituye un extraordinario instrumento de dominación política por más que muchos jóvenes No interpreten este costado del fenómeno.

La uniformización del pensamiento es parte de la planificación estratégica para Latinoamérica de parte de las usinas del Poder real. Pero ese es otro tema, más álgido o complicado. 

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Hay un desafío que los atraviesa como generación. De algún modo hay que descubrir una respuesta o describir el problema social para darle un sentido. Los jóvenes no son pasivos hoy y crean su propia "música" donde las palabras se incrustan en una marcación uniforme. 

Las "batallas" son de rima libre, de relámpagos de inspiración, con niveles dispares de "luminosidad" que exigen al contrincante estar a la altura. En ese punto comienza a tallar el back up de palabras que tenga el adversario para No mostrar una "navegación" por las mismas frases. La mente vuelca lo que tiene en el archivo. 

Lo bueno del free style es es que permite poner en palabras los conflictos individuales y grupales. Aún de las micro comunidades de la sociedad.  

Los chicos de hoy tienen resonancias de lo que fue en otros tiempos la tenida de payadores. Allá por los años 1880 hubo uno como ellos que se llamó Gabino Ezeiza. Cantaba décimas de rima consonante a las gloriosas batallas de la Independencia. 

Gabino Ezeiza. Si. Exactamente el nombre de la localidad bonaerense donde está el aeropuerto internacional por donde se van nuestros jóvenes en el presente. (permítanme la disgresión). 

Lo bueno y rescatable es la "batalla cultural" por nuestra identidad con otras armas. Nadie mejor que nuestros pibes para librarla con otro formato pero con la misma pasión. 

Alcides Cruz





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9/23/2023

Garupá. Alumnos del ITEC 3 emprendieron ambicioso proyecto audiovisual


Un cuento premiado a nivel nacional del autor garupaense Juan Esteban Martínez será el eje de un trabajo integrador de formatos que realizarán alumnos de la carrera de diseño gráfico del ITEC 3 del barrio Fátima. 




La idea es llegar por las múltiples plataformas y redes, en varios idiomas a todo el mundo. 

El proyecto esta en fase preparatoria. Tiene el criterio de hacer sobresalir a la cultura regional y por sobre todas las cosas, establecer un producto cultural desarrollado por jóvenes de la localidad.  

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7/01/2022

Los santiagueños y el amor por el chamamé maseta.


En Santiago del Estero - pago donde nací - siempre se bailó el chamamé; diría desde el fondo mismo de la historia de esa hermosa música litoraleña. 

Los cosecheros del algodón y de las naranjas que provenían de Santiago, a veces con sus familias completas,  fueron los transmisores naturales de sus sones y sus formas bailables. 

Los santiagueños, más amantes de la rítmica entusiasta de la chacarera y el gato, especulo habrán encontrado el modo más alegre al crear un sincretismo. 

Hoy se lo conoce como "chamamé maseta", con la típica estampa del danzarín zapateador, en un deleite enamoradizo para mostrar a la moza sus habilidades. 

Véase aqui un ejemplo de esa belleza hecha danza:






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12/08/2021

Realismo mágico camino a Oberá

Igual, mucho para hablar no daba, si tenemos en cuenta lo maravilloso del paisaje. Oberá, la ciudad mágica, con las mujeres más bellas que dios haya decidido -si es que existe- anclar en este puto planeta, con esos eternos vaivenes, hospitalidad como en ningún lado, los miles de verdes, la calor.

Y seguimos en la ruta. Casi dos horas de viaje por lenguas de asfalto entre tanto monte, tanta cuerva que te da la impresión de que te estrolarás de inmediato con la eterna cantidad de camiones que transitan el corazón del Mercosur. Las chacras, los chanchos, las gallinas, las plantaciones de té y yerba mate -nunca sé cuál es cuál-, las araucarias, el cosquilleo en la panza de las subidas y bajadas, las gotas de agua que se piantan al matear y te queman hasta el hueso de la mano, el cegador sol de frente, los brillos molticromáticos, el canto de las aves, las mariposas de National Geographic que se estampan en el parabrizas, las escuelas rurales a la veda de la ruta, los municipios risueños que no suman más de cuatro casas, los nenes jugando descalzos en el barro color sangre, los rasgos guaraníticos acompañados de piel de barro, las melenas casi albinas con las pieles rosadas, el aire acondicionado al repalazo.

Terminamos. Volvemos. "¿Querés volver por Oberá o hacemos la otra ruta?", preguntó el conductor. Le dije que me daba lo mismo. "Si no conocés Misiones del todo, volvemos por la otra". Sonrió, cándidamente. Casi no entablamos diálogo en los ciento y monedas de kilómetros que nos separaban de casa. Llegamos. Me miró y sin atenuantes, me dijo: "¿Viste? Simplemente es lo más parecido al paraíso". Yo sabía que él, Sixto Fariña, era hombre de pocas pero de justísimas palabras. No se había equivocado en nada. De pedo que no nos topamos ni con Adán ni con Eva.






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11/27/2021

El ente

Amanecí con el siempre virginal canto de los pájaros de las seis de la mañana de la primavera - verano de 2021. Concierto mágico de la naturaleza que parece indemne a las porquerías de este mundo. Desde todos los árboles bajan trinos como una lluvia de esperanza sonora que envuelve el frescor y arrebata un suspiro desde el fondo del alma.
Probablemente un labriego - pensaba - en este mismo momento hunde su arado en el suelo e imagina que vendrá una cosecha en compensación por el mismo sueño de no quedarse a esperar cosas que caigan del cielo. 
Mientras eso ocurre, en otro lugar de este mundo, los tecnócratas piensan el modo de reconfigurar la especie humana en otros entes manejables a su antojo. 
Que sabrá ese paisano simple y trabajador del metaverso de las nuevas tecnologías de la comunicación; hay una tercera guerra mundial activa como los volcanes. Hay ensayos de muerte con pandemias que no acabaran nunca para los comunes mortales que deambulan creyendo en los atavíos y las modas pasajeras como sus pobres existencias. 
Aunque parezca una letanía de amarguras, entre el amor de los pájaros que desgranan sus silbos como si fuera el ultimo día de sol, y las multiplicadas formas de egoísmo de los que No tienen amor por nada, están los que a pesar de todo, permanecen ingenuos y solamente piensan en el pan que llevaran a la boca de sus hijos. 
Mientras tanto insisten las penumbras de los poderosos, porque los poderosos son oscuros aunque vistan de traje blanco; ríen como las hienas con sus dientes blancos. 
Estados Unidos acelera sus mecanismos de control del ciber espacio para la guerra con China y Rusia,  mientras un espía apaga un cigarrillo mirando por la ventana de un lujoso hotel en Hong Kong. 
Esas dimensiones de películas de Hollywood ocurren a contrareloj del hombre que piensa en la mandioca, en la miel, en la cebolla de verdeo, oteando las nubes para calcular la lluvia con las viejas sabidurías. 
Estamos atravesando la emergencia de una nueva guerra “imaginacional”. Un conflicto cuyo campo de batalla es la cultura y donde el arma son las nuevas tecnologías de comunicación e información. Donde se lucha a rayo partido para conseguir la hegemonía simbólica, para instaurar una mirada algorítmica de concebir y entender el mundo.
Sonara un chamamé por aquí y una polca rural por allá, pero esta vida de los poderosos no tiene nada que ver con la mirada esperanzada del labriego, ni de los enamorados para casarse y tener hijos a los cuales - pensarán cándidamente - que le podrán un futuro que ellos lo están perdiendo a cada momento. 
Pasa esto mientras escribo para contarles que mi mañana tiene  una contradicción insoportable entre el don de Dios, el hecho de estar vivo, pero al mismo conocer que viene una oleada de desamor, de falta de solidaridad, de individualismo asqueroso. 
Leo al pasar que hay experimentos, matrices de sueños colectivos - como el deseo del fin de la pandemia - que van reacomodando la psiquis de poblaciones enteras. Las grandes corporaciones y sus centros de pensamiento ya saben perfectamente lo que van a ser tus creencias en los próximos tiempos.
Y no te tocarán la Biblia, ni el Corán ni ningún libro sagrado. Ellos no disputan la fe de tu corazón sino tu mente. 
Nuestra vida - acurrucada de besos y caricias de madre - o la vida de los infelices, llena de carencias, e intemperie dan lo mismo. 
Ni el que cree que viajando a otro país llegará a conquistar el porvenir puede escapar de esta realidad que No tiene lugar en el universo concreto y material, ni en el desayuno o la tajada de sandía que prepara para un mordisco. 
El mundo que viene es inasible, la lucha será en el pensamiento, en la imágen y la idea que -así como el agricultor siembra en el suelo - habrán de germinar en el cerebro de los individuos. 
Muchas personas con la pandemia, poco a poco, van dejando de ser personas y se transforman en individuos.  Odian con facilidad, no sienten nada por el otro, pasan a lado tuyo sin conmoción por tu llanto o compasión por tu suerte. 
Es una realidad apremiante, absolutamente extraordinaria que se desata en el interior de lo que queda de un ser humano. La programación y la dependencia digital irá aniquilando los sentimientos originales.
Sentirás frío o calor según les plazca. Serás adicto libando tu propia sustancia química. 
La experiencia humana en el futuro está en el cerebro. Pensarás lo que ellos - los poderosos - quieren que pienses. Y no podrás escapar a ninguna parte porque habrá otra persona viviendo dentro tuyo. 

Alcides Cruz





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11/22/2021

Dostoievski argento



Esta semana se cumplieron 200 años del nacimiento de Fedor Dostoievski (1821-1881), quien en 1866 y a la edad de 45 años, escribió "Crimen y castigo", una de las novelas moralmente más incisivas de los últimos dos siglos, y sin duda una de las dos más trascendentes de toda la literatura rusa del Siglo 19 junto con "Guerra y Paz", de León Tolstoi.

En esta obra fundacional de un estilo literario, Dostoievski compuso uno de los más serios y profundos estudios sobre el conflicto moral en contextos políticos, sociales y espirituales degradados. Y ahí, en sólo dos renglones, expuso una de sus ideas más profundas y conmovedoras, absolutamente aplicable hoy en la Argentina: "En la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia, nadie puede conservar nada noble."

Esta columna considera que, dos siglos después, esa postulación tiene plena vigencia en la Argentina atormentada de estos años, por lo menos desde la degradación macrista que estuvo inspirada claramente en la debacle moral, jurídica y política que fue la década infame menemista (1989-1999). Y que nuestro actual gobierno, contra todo lo prometido y esperado, no sólo no reparó sino que agravó involuntariamente hasta límites inconcebibles: más de la mitad de los 45 millones de argentinos hoy tienen hambre.

Y a ése que es ya nuestro mayor contrasentido histórico, no lo puede reparar ni compensar toda la mejor buena voluntad del gobierno del Frente de Todos, como tampoco lo justifican la pandemia cruel ni la deuda infame que nos dejaron el Ladrón Calabrés y su pandilla, ésa que justo esta noche estuvo a punto de ser revalidada en forma de suicidio democrático.

Quedará para politólogos, cientistas sociales, economistas y analistas de todo pelaje la posible explicación de cómo llegó hasta el borde de ese precipicio este país otrora maravilloso y pleno de gente trabajadora, creativa, tenaz y orgullosa. Un precipicio, digamos, que pudo y seguirá pudiendo ser un casi suicidio democrático como el de esta noche de domingo electoral.

Producto de la degradación moral dostoievskiana en que se desbarrancaron algunas dirigencias políticas y gran parte del pueblo argentino contemporáneo, desesperado y furioso, confundido y gorilizado a fuerza de periodismo asqueroso, la verdad es que en sus primeros dos años el gobierno del Frente de Todos no gobernó como había prometido. No afectó ninguno de los resortes económicos del poder real, ladrón y evasor, cipayo y fugador de divisas. Ninguno. Y es ese poder real el que, organizado para volver, esta noche de domingo estuvo a punto de dar el zarpazo.

Desde ya que no sería nada sencillo recuperarnos como nación de un desastre democrático como el que ayer domingo estuvimos tan cerca de vivir. La República Argentina, este país que amamos (los que lo amamos, se entiende) anoche pareció que sociológicamente había decidido dispararse balazos en los pies. Fue por muy poco, pero muy poquito, que ese suicidio político no se produjo. Pero quedará por verse en el futuro, y es imperativo saber que no será fácil. Porque el Parlamento que viene será chivo. Y no será con el hasta ahora peronismo blandengue que se cambiarán los rumbos. No alcanzan las buenas intenciones y los modos elegantes cuando usted debe enfrentar a piratas, ladrones, evasores y cipayos, todos juntos y prometiéndole un indefinible "cambio" a un pueblo exhausto y justificadamente enojado.

Desde ya que el contexto argentino de hoy no es el de la Rusia de Dostoievski. Y no lo es porque hoy el cuadro social es igual de horroroso pero la degradación moral es sin dudas muchísimo más compleja. Tanto que anoche fue solamente gracias a la reacción en las urnas de gran parte del pobrerío que nuestra patria se salvó del cadalso y el patíbulo.

Pero sigue vigente que la diferencia entre pobreza digna e indigencia feroz arruina conciencias. "En la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia, nadie puede conservar nada noble."

Y no se crea, facilongamente, que esta columna exagera. Porque anoche estuvo a la vista cómo hubiesen sido la catástrofe democrática y nuestro naufragio como nación libre, justa, soberana, independiente y cuidadora de la salud, la educación y la previsión social de su pueblo. Una generalizada derrota electoral habría significado, anoche, sepultar lo más valioso de nuestro país en los últimos 40 años: la democracia, la paz, la memoria y la verdad con justicia. Y habría implicado revertir la democracia que tanto nos costó y aceptar que el odio, el resentimiento, la venganza y la mentira puedan nuevamente gobernar esta tierra.

No es hora, y no precisamente en este país, de elegancias falsas. Hay que decirlo todo y con el dolor de una noche que pudo ser peor y no fue, pero que igual fue matemáticamente espantosa. Queda una esperanza chiquita y habrá que saber regarla. Porque esta noche se podía haber abierto una nueva etapa de violencia, y llevarnos a perder el más importante bien que logramos las y los argentinos en los últimos 38 años: la Paz en todos los sentidos.







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10/21/2021

Los libertarios

Para las variantes neoliberales o libertarias es necesario suprimir a ese “otro” que imposibilita que el país mejore y que sus ciudadanos crezcan. Ellos afirman que: culpa de ese “otro”, mi vida empeora. O más aún: mi vida sólo puede mejorar si ese “otro” es eliminado o marginado; su exclusión es una condición para que yo me pueda desarrollar, etc. Es decir: la disputa con ese “otro” se traslada desde lo político a lo personal. Es mi enemigo porque su presencia, sus comportamientos, sus modos de vida, actúan directamente contra mí y me perjudican. No son sólo sus ideas: es él –o ella- mismo lo que hay que erradicar. Por lo cual, lo que intervienen son dimensiones profundamente emocionales. Proponen un deslizamiento parcial desde el pacto social al estado de naturaleza.

Quien se siente representado por el discurso excluyente percibe que no se puede convivir con el “otro” en un mismo territorio. Por eso ese “otro”, al que es necesario excluir, se transforma en blanco de insultos y agresiones. Si ese otro son los inmigrantes se tratará de que no ingresen al país; si, en cambio, son un sector de la población ya residente, se intentará derrotarlos, excluirlos o marginarlos; y si, por el contrario, ese sector residente gana las elecciones, entonces, será el sector que tiene la conducta expulsora el que declarará que se va del país. Esto último es lo que sucede periódicamente con la revalorización del Uruguay como patria sustituta. En todos los casos, mi vida depende –siente el sujeto amenazado- de que el otro desparezca.

La violencia verbal, las agresiones, los insultos se sitúan en los umbrales de la violencia física: los cuerpos que antes fueron desaparecidos ahora también lo serían, pero, ante la imposibilidad de hacerlo, se procede sobre ellos con una violencia apenas sublimada que busca estigmatizar, excluir y marginar. La lucha es personal: hay un “otro” que me perjudica directamente a mí; y es a ese, al que me perjudica, a quien hay que excluir o eliminar.

Uno de los procedimientos más perversos de exclusión tuvo lugar durante la dictadura: la desaparición de personas como un mecanismo de sustracción de la visibilidad de las víctimas. En los regímenes donde predomina el lawfare, sucede lo contrario: en lugar de desaparición hay plena visibilización de los perseguidos.

Porque el lawfare, en oposición a la dictadura, no tiene al sistema represivo en su centro de gravedad sino al aparato de medios hegemónicos: de allí que en lugar de desaparición haya visibilización intensa, para estigmatizar y luego destituir, marginar, excluir o encarcelar. Los libertarios, asociados al sistema de medios hegemónicos, continúan con parte de esa práctica: en lugar de desaparecer, visibilizan para insultar, estigmatizar y marginar.

El populismo es presentado como un régimen que le saca a los que trabajan para darles a los que no trabajan. Percibirían allí un estado de injusticia estructural: alza de los impuestos para sostener a una parte del país que no produce. Hay entre la ciudadanía y la dirigencia una relación contractual fallida: los ciudadanos creen que les pagan a políticos que no devuelven con su trabajo esos ingresos que reciben. La democracia, pensada de este modo, sólo puede producir odio: porque extrae recursos de los que trabajan y se los da a los parásitos. Así, el populismo es un régimen donde está rota la relación entre beneficio y esfuerzo. Hay una reacción a la improductividad de la democracia. La utopía que mueve a los libertarios es la de extraer de la democracia a la política de tal modo que en la democracia solo queden los intereses corporativos.










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