5/22/2021

Crisis de 2020 aumentó la pobreza hasta en los hogares con mayor nivel educativo. Se profundiza en el 2021

Llegó a 60% entre quienes no completaron la secundaria y 48% el caso de que cumplieron con ese ciclo; y saltó a más de 29% en la franja con terciario y universitario parcial.


La medición de la pobreza del INDEC a partir de comparar los ingresos de la población con el costo de la canasta básica de alimentos y servicios esenciales (CBT) se ha constituido en la Argentina una vara cada vez más difícil de superar en todos los niveles educativos de los jefes de hogar, más aún en un escenario combinado de crisis sanitaria y depresión económica, como el que se desató desde fines de marzo 2020, cuando irrumpió el covid-19 en la Argentina.

Así surge de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censo al cierre del último año, con 42% para el promedio del segundo semestre, pero que el desagregado por trimestre, procesados por los expertos de la Universidad Católica Argentina (UCA), arrojó un nivel de 45,2% en el período octubre-diciembre, apenas 2 puntos menos del máximo de 47% anotado seis meses antes.

El antecedente de dos años en franca recesión, previo, a la pandemia, ya había provocado un claro achatamiento de la escala salarial entre los trabajadores en relación de dependencia, y más aún de los ingresos entre los independientes, como autónomos y monotributistas, al punto que la aceleración de la inflación no sólo aleja cada vez más la posibilidad de compra de la Canasta Básica Total, sino que hace caer debajo de ese umbral a parte de la población de todos los niveles educativos, incluidos los umbrales más altos en la etapa inicial de la vida laboral.

Los datos crudos para el conjunto de 31 aglomerados urbanos relevados por el Indec correspondiente al último trimestre 2020 revelaron que en el segmento de los jefes y jefa del hogar con bajo “clima educativo”, como se define al conjunto que no completó la escuela secundaria, la pobreza alcanzó el récord de 59,9% de ese universo, subió 4,6% en comparación con un año antes. En 2017, previo al ingreso en una nueva etapa contractiva del PBI, se ubicaba en 38,3 por ciento.

En el segmento siguiente de instrucción -secundario completo- el indicador saltó en ese período 10,6% puntos porcentuales, a 47,7% del total, se duplicó largamente en apenas tres años.

La magnitud de la crisis económica no sólo se trasladó a los eslabones con más alto “clima educativo”, sino que además el deterioro de la calidad de vida superó holgadamente el ritmo de perjuicio que arrastraba de los dos años previos.

En el grupo con educación terciaria, como es el caso de los técnicos en diversas especialidades, y los que cumplieron parcialmente con el ciclo universitario, la pobreza promedio urbana se elevó a 29,4% de ese conjunto, aumentó en 8,9 pp, que se sumaron a los 6,8 pp que se agregaron en el bienio precedente.

Mientras que entre los universitarios completo y capacitación adicional, también se incorporó al rango de los dos dígitos porcentuales, se catapultó de 8,9% a 15,4%, a un ritmo de una vez y media mayor al crecimiento que había registrado en el total de los dos años anteriores.

En estas dos últimas franjas, el deterioro de la capacidad de compra de sus ingresos se corresponde con la detectada en las franjas etarias de 18 a 29 años, que es donde se concentra el universo con la primera ocupación rentada. La pobreza aumentó en 6,6 puntos porcentuales, a 49,5% del total del segmento, superó en 10 puntos porcentuales al tramo de 30 a 64 años, el cual acusó un incremento similar.

El director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, dijo a Infobae: “Eso se debe en parte a la caída del ingreso real de los asalariados, como también de los autónomos e independientes calificados o semicalificados, como profesionales y técnicos, incluso sin diferencias entre jefes y jefas, porque muchas veces son las mujeres las que están en situación más vulnerable, porque ya no fue tanto el efecto de la caída del empleo, como que las remuneraciones ya no les alcanza para cubrir las necesidades del hogar”.

Pérdida de calidad de vida

Semejante incremento de los niveles de pobreza por grupo etario y extensión acelerada a todos los climas educativos explica el notable deterioro de las condiciones de vida que también midió el INDEC.

La población que pasó a vivir en hogares con materiales insuficientes o parcialmente insuficiente se elevó en la proyección al total país en 270.000 y 389.000 personas, respectivamente.

Casi 750.000 personas dejaron habitar en la casa propia; mientras que 304.000 se sumaron a la legión de inquilinos; y unas 915.000 se transformaron en ocupantes de terrenos de terceros.

Semejante movilidad descendente de gran parte de la población en el primer año con pandemia y crisis sanitaria se tradujo, siempre según la extrapolación al total país de los resultados que el INDEC obtuvo en la EPH en 30 aglomerados urbanos (excluyó en el segundo semestre 2020 a Ushuaia-Río Grande) en que más de 373.000 dejaran de tener acceso a la red de agua corriente; poco más de 2 millones quedó fuera del alcance de la red de gas; y 930.000 personas perdieran la cercanía a la red de cloacas.

Asimismo, la caída de los ingresos en términos reales, llevó a unas 410.000 personas a prescindir de cobertura médica privada, desde planes completos hasta la contratación de un sistema de ambulancias.

Con este relevamiento, el Indec confirmó el anticipo a Infobae del director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, de que al brutal aumento de la pobreza por ingreso que estimó en 42% de la población como promedio del segundo semestre de 2020, se elevó a poco más de 45% en el trimestre octubre-diciembre último.

El experto en el análisis de los indicadores de la crítica realidad social que afecta desde hace décadas a gran parte de la población Argentina alertó: “En el primer trimestre hubo una mejora estacional de los ingresos, por la combinación del cobro del medio aguinaldo entre los sectores asalariados, y la recuperación parcial de la actividad en varias empresas, incluidas las pyme, pero si no se reglamenta el cambio en Ganancias y se devuelven las retenciones desde el inicio del año vamos a un segundo trimestre, más allá del ‘mini IFE de 15.000 pesos, y de algunas ayudas, nada mostraría que no vuelva a aumentar la pobreza por ingreso con respecto al primer trimestre, desde un 42% a 43% de la población, a otra vez en el rango de 45%, como promedio general”.

El escenario se habría agravado sustancialmente en el primer cuatrimestre 2021 con la aceleración de la inflación, y el regreso a las medidas de restricción de la movilidad social y de habilitación de actividades comerciales, de gastronomía y espectáculos artísticos, entre muchos otros, en prevención por el acelerado ritmo de aumento de contagios de COVID-19, y la lentitud, respecto de lo anunciado del arribo de vacunas de diversas procedencias.

Arrastre
La aceleración de la inflación no sólo aleja cada vez más la posibilidad de compra de la Canasta Básica Total, sino que hace caer debajo de ese umbral a parte de la población de todos los niveles educativos.

Tener trabajo no evita caer en la pobreza

Se complica llegar a la canasta básica. Así lo reflejan tanto los datos oficiales como el análisis de los especialistas en estadísticas sociales. El empleo no es una garantía de evitar la pobreza en la Argentina y así lo refleja el hecho de que uno de cada cinco trabajadores formales no tiene los medios suficientes para vivir en forma digna.

Este concepto resulta cada vez más certero, de acuerdo con los datos oficiales y a la opinión de los expertos en estadísticas sociales. El promedio histórico de los trabajadores pobres se ubicaba en el 20%, indicó el experto Javier Lindenboim, pero la disminución del número de ocupados y el aumento de la canasta básica se conjugaron para llevar este porcentaje por encima del 30%. Por lo tanto, cerca de un tercio de los trabajadores totales no alcanza a ganar el mínimo de ingresos para ser pobre, indicaron a Infobae fuentes oficiales.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) del año pasado, hubo un fuerte aumento de la pobreza entre quienes tienen un trabajo, aunque se trate de un fenómeno de larga data, aclaró Lindenboim.

Los microdatos del INDEC del IV trimestre de 2020 conocidos la semana pasada reflejan que un tercio de las personas ocupadas entra en la categoría de pobreza para las estadísticas oficiales; el último dato de la pobreza semestral marca que la tasa fue del 42%, pero llega a 45,1% si se tiene en cuenta los nuevos datos del último cuatrimestre del 2020. De cara a lo que va de 2021, la cifra podría subir aún más por efecto de la inflación.

A partir de la crisis que comenzó en 2018, esta correlación se aceleró, al pasar del 17% al 24% de la población ocupada durante 2018 y luego al 27% cuando Mauricio Macri dejó la presidencia. Un año después, con la pandemia y la cuarentena mediante, el dato ascendió al 33%.

Al respecto, un estudio de los trabajadores de ATE-INDEC indicó que “al conocerse la variación de precios del mes de abril 2021, se hace visible la grave situación socioeconómica del país, que desgraciadamente golpea a los sectores vulnerables de la sociedad, los jubilados y los trabajadores”.

En este sentido, cuestionó los aumentos salariales proyectados y precisó que “el aumento escalonado del Salario mínimo, vital y móvil que recién en febrero del próximo año llegaría a los 29.160 pesos, apenas por arriba de la Canasta básica alimentaria para un grupo familiar de cuatro integrantes que se valoriza actualmente en 25.685 pesos”. Las cifras también muestra un fuerte deterioro en las condiciones de vida de los argentinos, producto de la crisis económica y el impacto de la pandemia. “Sólo 52,3% de los hogares, que abarca al 46,4% de las personas, accede a los tres servicios básicos de agua corriente, cloacas y gas natural”, mencionó el informe del Indec.

De esta manera, la inflación acumulada del período noviembre del 2015 hasta abril 2021 es del 557%, con una inflación acumulada interanual del 46,3%; mientras tanto, “la pérdida del poder adquisitivo respecto a noviembre del 2015 es del 42,4%”, precisaron.

El primer lugar del ranking de pobreza lo ocupan los asalariados no registrados –especialmente afectados por el extenso cierre de actividades en 2020 y parte de este año- y luego se ubicaron los cuentapropistas, también con un aumento de casi cuatro puntos desde el cambio de gobierno. En tercer lugar, los empleados registrados, con un aumento mayor de la pobreza en términos relativos, lo que se refleja en el hecho de que aún con un buen trabajo una de cada cinco personas es pobre.

María Belén Rubio de Abeceb dijo a Infobae que “esta situación se da en un contexto de caída del crecimiento, que afecta a todos las formas de inserción laboral, tanto a los trabajadores formales como informales. Luego de un año tan especial como el 2020, este será nuevamente otro de caída del poder adquisitivo del sector formal, con un proceso de reducción del número de trabajadores”.

“A esto se suma un proceso de un proceso de empobrecimiento vinculado a la caída del crecimiento y al proceso de aumento de precios que muestra dificultades para bajar, a pesar de la apreciación que estamos viendo en el tipo de cambio sobre todo en los últimos meses”, concluyó.

La tasa de desempleo de Argentina subió a 11% en el cuarto trimestre de 2020 frente al 8,9% registrado en el mismo período del 2019; los analistas privados prevén que terminará en 11,5% a fin de este año.

 Fuente: medios digitales. 




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