Alberto probó lo ineficaz de su propia medicina. Un gobierno híbrido como el suyo, una suerte de De la Rúa del peronismo solamente es concebible con la vaga idea del ecumenismo nacional que practica cuando NO se han desarticulado los anclajes de la derecha.
De lo mínimo a lo máximo, no funciona su mix de alfonsinismo tardío y peronismo presentable, sumado a su estrategia de "avenida del medio" que no lleva a ningún lado, salvo a designar a Sergio Massa como su sucesor natural, para el suspiro aliviado de la Embajada de los Estados Unidos.
A la Tercera Posición, uno de los mandamientos del peronismo, la jugó a medias, porque ese principio político exige planteos soberanos contundentes y No micro acuerdos regulados. Al final está quedando mal parado con China - Rusia por un lado y con la triada EE.UU, Inglaterra e Israel por el otro.
Si no se quiere arrodillar ante el FMI va a tener que optar entre el Camino de la Seda del siglo XXI o el patio trasero de los Estados Unidos y asociados.
Si me parece estar escuchando al tránsfuga del Turco Menem diciendo que "a los tibios los vomita Dios" mientras saludaba con ingles tarzánico a Bush padre.
Desde la campaña, Alberto se presento como un articulador presidencial de las 24 provincias, dándoles el campo de juego a los gobernadores egocéntricos, que "le devuelven la pelota cuadrada" y juegan para atrás, constituyéndose en lo que quiso ser en sus mocedades: arquero...pero del seleccionado "Los Murciélagos".
Aseveramos en una nota anterior que esta generación de mandatarios "no te pone el hombro ni dormido" como se dice de un político que funciona como el roedor volador.
Así se desarrollan provincialismos por antonomasia, de acento individualista, pedigüeño, poco afecto a generar políticas productivas locales pero echador de culpas a la Nación en sus fracasos.
Tampoco eliminó la colonización macrista del Estado Nacional; encima dejó que los gobernadores le manejen las delegaciones nacionales en sus territorios.
No sabemos si pactó - en salvaguarda de su gobernabilidad - No tocar la Ley de Medios con aquel Grupo Clarín que lo tenía como "Garganta Profunda" en la época de Néstor. El asunto es que prevalece el carácter concentrado de la estructura de propiedad de los medios y comunicaciones en la Argentina para su urticaria.
Los medios hegemónicos igual declararon la guerra a Alberto porque No se peleó con Cristina o porque les mojó la oreja con las tarifas y la declaratoria de Internet como servicio público.
Alberto sintió en carne propia cuando le refregaron en la cara la foto de un cumpleaños. Nada de lo que haga de bueno alcanzará nunca. Ni vacunas, ni viviendas, ni recupero productivo.
No es el plan que le gusta patrones de la derecha aporofóbica ni a la tilinguería nacional. Y punto.
Si Alberto se enoja lo critican, si pide disculpas por un error, lo lapidan. Nada de lo que haga conforma a ese sector oligarca y del medio pelo argentino.
El peronismo que preside Alberto sigue su letargo somnoliente. Los sindicatos desmovilizados. Los únicos que mantienen el fragor de la calle son los movimientos sociales, reclamando mayores beneficios antes que poniendo el pecho al gobierno.
Así no vamos para ningún lado.
No alcanza con que Alberto levante el tono en sus discursos de campaña. La OPO lo ve como un perro que ladra y no muerde. Lo midieron con el recule de Vicentin. No le creen y acentuaron esa incredulidad ante la opinión pública con una foto de cumpleaños.
Alberto es un buen tipo que quiere cerrar la grieta para no dar a los poderes extranjeros la oportunidad de una fractura el país y la excusa para un enfrentamiento civil. El peronismo No se plantó frente al antiperonismo que lo insulta de arriba a abajo. Por suerte.
Los cipayos internos no conocen límites ni les interesa. Alberto debería empezar a dibujar la geografía política de su gobierno después de las elecciones. Si el Frente de Todos gana...mejor.
Alcides Cruz
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