10/30/2022

Calma chicha en Garupá

Las vías de Garupá - Foto: Alcides Cruz


En la antigüedad la frase "calma chicha" se refería a una quietud inquietante, propia de los momentos previos a una tormenta; una tranquilidad angustiosa que puede quebrarse. Tensa espera. 

En 1821, al Gral. Antonio José de Sucre - fundador de Ecuador - le llego una misiva del frente de batalla que decía: "Ninguna noticia de interés. Estamos en calma chicha. No corren ni verdades ni mentiras"

Atravesando el espacio - tiempo, en Garupá una parte de la población quiere que gane Lucho para que las cosas sigan como están. Habitantes de Garupá que No conciben la necesidad de cambios. Si llega algo novedoso es porque sí nomas, como crecen las hierbas silvestres en sus veredas.  

Lisa y llanamente nada conmueve. Apenas una truculencia policial; si se corta la luz o el agua;  La idea es vivir sin nervios. Un micro universo de mate, chipa ple ple y chisme. Con poco y nada se conforma la oquedad.

Un pasacalle colgado en una esquina puede flamear la coronación de un licenciado/a. 

El  máximo orgullo en promedio es un hijo policía, gendarme o penitenciario. O con agente de tránsito ya alcanza. ¿Peyorativo? Puede ser. La concepción del poder siempre viste de uniforme. La sociología tiene una dura cantera para romper e indagar sobre esta materia. 

Hay una sutil seducción liliputiense por el poder. Lo pequeño controlando al más débil para el goce del poderoso. Alta eficiencia en la productividad del alcahuete por el dinero o la política. Ser un pelo en la cola del león aunque den vueltas en círculo las moscas. 

Nada mas encumbrado como ser empleado público. Las influencias y las virtudes del compinche en plena gala. Es la piedra fundamental para acomodar a la familia como una nidificación espacial de hormigueros en parentela (tacurús). 

Buena gente si; de la otra también, como en todos lados. No le pida al afincado en Garupá que medite, reflexione o porte una circunspecta introspección. Más bien humo, chamamé y cumbias que suenan alegres pero cuentan pesares. 50% de River, la otra mitad de Boca. 

Una secreta costumbre de gotearle el techo al que se descuida. El sombrero del Pomberito o la Sambalaya plagiada de Moni Encina. Risas socarronas de machismos y hembrismos. 

En Garupá los sueños y las ambiciones se disuelven como galletitas de merengue. El que tiene un poco de plata, edifica  hasta que se da cuenta que nadie lo envidia. Sin embargo hay algunos voraces que nunca cesan de quedarse con lo ajeno; sobretodo si es un terreno. 

"El Paraíso" bíblico pasaría por la inmobiliaria en esta comarca. Pensando un poco, Adán y Eva tendrían un permiso de ocupación hasta que alguien de repente los desaloje con un boleto de compra - venta que apareció de la nada. 

Garupá es famosa en los diarios porque aparece como la cuna de delincuentes.  No todas las localidades tienen el privilegio de contar con bases de narcotráfico, dealers del narcomenudeo y rufianes inauditos refugiados. En este pueblo todo el mundo sabe lo que la policía dice desconocer. Aún así, en el hojaldre de complicidades nunca se llega al dulce de leche.

Lo policíaco prevalece como consecuencia de la escasa seguridad preventiva. Una cosa llama a la otra pero como resultado de los hechos consumados. Lo demás, es folclore de los agentes de tránsito con retenes de emboscada. Pasión por el cuasi televisivo comando y las luces azules en giro incesante.  

Pero están los otros, los revolucionarios aspiracionales, los caídos del catre empujados por las pesadillas. 

Algunos critican que el saco le queda a grande a Luis Ripoll a pesar de tres mandatos seguidos. Que Garupá excede la capacidad del actual intendente porque no aprende más. Opinan o imaginan a un hamster dando vueltas en la ruedita de la veterinaria. A pesar de ello, alaban a "Lucho" por suspenderse en el aire vaporoso y flotar en los vientos cruzados con rostro impávido.

Un tercer renglón describe la sustancia de una sospecha...

No es Lucho. Son sus mandantes ante quienes se cuadra. No es por sí mismo. Depende de caudales convergentes que riegan su poder en la comarca. Lemas recolectores alquilados desde la cúspide dispuestos a caer como un peñasco a la hora de los movimientos telúricos. 

Garupá es una casualidad,  No una idea de progreso. Del porvenir bajó a la pesadumbre de galpones herrumbrados en su origen de trenes cargados de yerba, maderas y cítricos. Algunos viejos pioneros la recuerdan más pujante, como un sueño roto. 

Calma chicha en Garupá. El futuro que una vez se fue por sus rieles, amenaza con volver. 


Alcides Cruz

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