12/13/2022

Lucho Ripoll perdió el control político del Concejo Deliberante de Garupá.

 

Todos sonrientes pero la procesión va por dentro. Miguel Rauber, Presidente del Concejo; René Roa, Vicepresidente; Raquel De Morais, Vicepresidente segunda; Leonardo Marinelich, nuevo Secretario. 


Rosca de 360 grados. Giro copernicano. Son palabras que se usan para describir cuando algo cambia abrupta o rotundamente. ¿Lucho Ripoll sufrió una derrota acaso como un presagio?

Eso es lo que ocurrió en la noche del 12 de diciembre de 2022 en el  Concejo Deliberante de Garupá. 

Una elipsis política que viene lanzada como una pedrada rebelde desde el 2020 contra la vidriera del almacén de ramos generales del ripollismo. Del padre y del hijo.

Al comienzo de la órbita, los Concejales fueron alineados desde arriba con el consabido criterio de que el ganador de las elecciones debía contener en su puño la reserva de poder autosuficiente.

La dinámica de acuerdos particulares entre el Ejecutivo y los Concejales, contratos ad hoc y a medida, incidieron en parte en el desarme de aquella proyección independentista de los ediles nacidos de las listas opositoras a Luis Armando Ripoll en los comicios del 2019.

La nebulosa perdió en el tiempo - con pandemia de por medio - ese trayecto de autonomía fundacional que pretendía terminar con la historia de un Concejo como mera escribanía del Intendente.

Se llegó a armar un bloque de Concejales "renovadores" dentro de la mayoría de la Renovación. Una redundancia para marcar un 3 a 3 interno, con la salvedad de edil de JxC, Gustavo Ernst. Todo eso pasó. 

La enfermedad coronaria de Luis Ripoll significó un quiebre en la gestión, en el modo de ver las cosas, un cambio de vías. 

La aparición de referentes políticos asociados a la conducción municipal desnudó la debilidad espacial de Luis Ripoll, que erró en la obcecación  de un estilo "omnipresente y omnisciente" del manejo de la cosa pública.

Luego las refriega políticas en torno a los manejos de los recursos municipales; los tropiezos en el pedregal de la vieja prepotencia.

Señales antes del fin.

El prohibido de ayer es el permitido de hoy. Bajan indicios desde las alturas del poder provincial que dejan hacer o sueltan las huestes a deambular por los aires electoralistas. 

Nadie esta libre de pecado. La pedrada del principio no está exenta de rebotar en alguna cabeza de los autonomistas. Un verborrágico gurú de la comarca de las canoas cuenta que en las arenas locales se conocen las pisadas de cada perro.

Los acólitos de Lucho, los que lo alientan al fragor que viene, presumen que se convierta en un puente - de piolas, precario, tipo Vietnam -  hasta el 2025, donde un incierto sillón de diputado le daría el descanso contemplativo del guerrero obediente. 

Ripoll (h) No se ve ni se siente jubilado antes de tiempo pero lo desconciertan los gestos condescendientes del pre candidato a Gobernador Hugo Passalacqua que sonríe con los prototipos de la oposición interna en Garupá.  

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La remoción del Dr. Juan Carlos Viana de la Presidencia del cuerpo, el reemplazo de la Secretaría a cargo de la hija de Raúl Tito Ripoll y media hermana de Lucho Ripoll, es un hecho de alto voltaje político que hizo volar al protector de tensiones. Más allá de las palabras protocolares y condescendientes quedó marcado el fogonazo de la división de poderes. 

Los concejales - hoy orondos por el procedimiento exitoso - han cruzado el Rubicón de los modales rogativos a la práctica de pedir informes y explicaciones por cada idea u ocurrencia que tenga el llamado "Departamento Ejecutivo Municipal". Ergo: Lucho & Cía. 

"Alternancia, Convivencia y Transparencia" son meras palabras aspiracionales, tardías y descompuestas, si la lupa se pone sobre el cambalache garupaense,  donde la política emerge del lodo toda manoseada.  

Es el precio que paga este lugar por pasar de pago chico a ser la segunda demografía de Misiones sin solución de continuidad. Todo en simultáneo con el gobierno de la Renovación y cuatro mandatos de la familia Ripoll más una del discípulo Daniel Roa. 

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"A Lucho nunca lo ven venir", "el equipo siempre trabajó en silencio" suelen ser las frases recordatorias de otros escenarios del pasado inmediato o del tránsito del ripollismo por el poder en Garupá. 

La inmediata referencia a la obediencia vertical con Carlos Eduardo Rovira pareciera ser un recurso inmunizatorio y repelente para cualquiera que piense en el fín de una época. 

Si arriesgara a decir que el Conductor ve venir con preocupación el impacto poblacional de Garupá, su determinante posición en la balanza de votos, su cansancio con la politiquería lugareña, quizá provoque un gesto de incredulidad. 

Hasta aquí No han encontrado sus emisarios, al intérprete de la partitura hacia el futuro que el pueblo canoero necesita. Se piensa en profesionales, en personas incontaminadas con las mañas y los nombres conocidos No llenan por sí mismos las expectativas.  "Están los que están y vamos viendo". Garupá es un brebaje amargo por su atraso multifactorial cuya raíz No es económica sustancialmente sino cultural. 

Así las cosas, con las cartas sobre la mesa, el 2023 llega con más incertidumbres que certezas. 

Alcides Cruz



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