Se llama Alberto

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Uno le ve la cara a este muchacho y se da cuenta al instante de que es un vivillo bárbaro. Solo eso. Un tipo que se hubiera salvado del naufragio del Titanic disfrazado de mujer. O con alguna triquiñuela.

Su composicion gestual espeja lo instintivo. Mira como si estuviera de vuelta de todo; como miraría talvez un punguista en un vagón atestado de gente. Una oportunidad antes que una imcomodidad. 

Se caga de risa levemente como una Gioconda. Eso es. Le da lo mismo ser ombligo o barriga. No tiene pasión pero la disimula. Únicamente intereses cual cartonero de la política, que recoge la caja del vino caro y exclusivo que bebió el ricachón del barrio. O su patrón.

Bueno para las propinas. Un atleta natural que puede correr descalzo como un keniano en los caminos de tierra y espinas.  Brutal e incansable. 

La dislocacion es su ambiente. Un Martin Pescador. Un pájaro semi terrenal y semi acuático. A lo mejor un camaleón espontáneo en cualquier rama o piedra. Su propia naturaleza lo hace un bicho con ojos girando a 360 grados. De lengua estirable y pegajosa. Repugna verlo o siquiera imaginarlo.

Puede decir que es peronista, radical, socialista. Da lo mismo. Por ahora es Renovador de la Concordia Social flotando en la correntada. Aferrado a un palo. Mimetizado en la jangada. Está ahi por la picardía que a veces se junta con la casualidad del viento. 

Reverdece con la savia de lo que coloniza hasta que el árbol se da cuenta y seca el tronco. 

Fagocita y no sirve ni para estaca.

Este personaje es capaz de besar en el hocico a un chancho y después comérselo a dentelladas hambrientas con el repollo colorado saliendo por la comisura de su boca. Pantagruélico y voraz.  

Ciertamente da asco verlo. Sin escrúpulos. Trepador como una hiedra. Aprovechador de las ranuras. Rastrero hacia arriba. 

Se llama Alberto. Es de Misiones. 

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Títeres

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¡Qué indignante papel el que cumplen los legisladores misioneros! Son todo lo mismo. Una respuesta en conjunto a los intereses del Poder provincial. Ya se ha borrado la delgada línea de la decencia cívica. Creen que solamente obedecen a los pactos de la cúpula que los colocó en la boleta como mascarón de proa. 

Y se ríen. Con sus bocas empastadas, con sus rostros enfriados en tertulias de negocios. Comadrejas enseñadas a llevar la presa a la cueva.  Hablan lo que les dicen que hablar. Y se ríen. O sonríen sin pudor. 

Carcajadas del poder que espanta a las palomas del campanario. Su vestimenta comprada en galerías opulentas se mojan de lluvia amarilla. Huelen como perros empapados. 

Subidos a un pedestal de naipes marcados, orejean sus propias ambiciones e ignoran con desdén los mandatos populares. Esa vana idea de que el pueblo les delega el absoluto cada dos años, y que un simple mortal autodetermina y supone la cumbre de la adoración. Apenas es un hombre lleno de Poder terrenal.  A él van inclinados o de rodillas como a un dios pagano. En Misiones la voz de Dios NO es el pueblo. El silencio de los cómplices enmudece una colosal mentira. 

Y este pueblo misionero, tan ignorante, tan displicente con las cosas fundamentales de la comunidad, se mira como una multitud de penitentes, de resignados o vive distraído con espejos multiplicados por filibusteros territoriales.

Los jóvenes van dormidos con pócimas soporíferas; sin uñas ni dientes; sin fuego ni pasión por ser libres de verdad. Encadenados a lo magro del mañana, al futuro incierto en la tierra donde han nacido. Acobardados y anestesiados por mentiras, por desapegos egoístas. Van sin saber a dónde. 

Los líderes sombríos. Ocasionales presta nombres. Sin alma de Patria. Sin mapa ni garabato del camino.  Deambulantes por las aulas, calles, oficinas. Zombificados para soportar el destino de No ser nada más que un bocado más del sistema unívoco, autocrático e imperante.  

Nunca se vió como ahora, a los legisladores de Misiones de espaldas al pueblo. Tanto pero tanto. Una rotura insurcible con su realidad. Que se abstengan NO puede ocultar su chafalonía. 

Aún queda para los memoriosos de la política aquel bochornoso voto a favor de los fondos buitres. Pero los senadores y diputados del 2024 los han superado con creces. De aquellos diputados No queda ni las hilachas. En el rincón de los olvidos su antigua soberbia se enmohece. Los del presente son insustanciales, la nada misma aborrecida por la mitad de la población. Evaporables. 

El que maneja los piolines es el que habla detrás del telón. Truca las voces, cambia los personajes. El malo es perverso y el bueno un idiota útil. No es un genio como los amanuenses quieren hacer creer. Es un astuto que devora las almas de lo más noble. Es el que ríe. 

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