✅ - Por Alcides Cruz - licencia CC BY 4.0.©
Cuando un gobierno provincial, bajo el supuesto del mandato de las urnas, de sus mayorías latentes, inestables, reactivas o emotivas, decide sucumbir a las apetencias del gobierno central, se establece en ese territorio subnacional una doble capa de impotencia.
Complace a la tendencia ganadora al solo efecto de No ir contra corriente pero deja en la intemperie a sus habitantes. Ya ni siquiera aplica políticas propias o autónomas como tanto se declama.
Entonces se constituye una prolongación de la afrenta cotidiana con la que el gobierno de Milei - que se supone de ideología o intenciones contrarias al bien común del misionero - pretende instaurar en escenario local.
En ese trajín anda el gobernador Hugo Passalacqua que saluda sonriente a la peluda mano de Milei como a la peluda pata de una araña tarántula. Hugo de Oberá es uno de los héroes preferidos por el anarco - cripto presidente.
El gobierno provincial representado por la Renovación se vuelve una vulgar fotocopia de la Casa Rosada por la sola antojadiza razón de que el pueblo le dió el voto en las elecciones nacionales. Una mera prolongación de la ignominiosa, esclavizante, demoledora, vergonzante política de la ultra derecha.
La única lógica es correrse hacia el lado que sopla el viento para No perder poder. Una reacción tardía porque en el momento justo, en los que el pueblo misionero le pedía a la Renovación que tenga agallas y coraje, empezó a coquetear con las fatuas ideas de la libertad para quedar bien con el centralismo porteño.
Se dan cuenta porque es todo falso, pura pose para la foto? Dicho esto, podemos presumir que aquellas ínfulas de federalismo son tiradas al mismísimo carajo.
Ahora los renovadores están peleándose por dentro, buscando el padre, el hijo y el ahijado de la derrota. La derrota esta impregnada en el rostro del conductor partidario. El pueblo le regaló un espejo grandote para que se mire en la realidad. También es el modelo que se enrrosca alrededor de su personalidad absolutista o alrededor de un séquito que No tiene vida política propia.
Pero hay un detalle no menor a observar con respecto al pueblo misionero. Es un pueblo acostumbrado a votar al poder. Por años viene haciendo lo mismo. Votar al máximo poder posible. No importa si ese poder lo pisa o la maltrata. El misionero goza sientiéndose a la sombra del poder. Le gusta lamer del piso las migas que caen del poder. Es una variable para confirmar una vez más que NO toda la culpa es del chancho, sino del que le da de comer.
0 COMENTARIOS:
Publicar un comentario
Opine Libremente pero Evite Insultos.