Por el otro lado, la Argentina morena, criolla natural, que nos marca un rumbo mil veces negado, en nombre de intereses foráneos, por los traidores intestinos.
La cuenta descendente comenzó. Macri quiere alargar el tiempo; Fernandez lo contrario. El Presidente en decadencia no se cansa de mandar aviones sin pilotos cada vez que habla en su "gira de despedida" como la bautizaron sus opositores.
Alberto navega en la comodidad de la critica y el diagnostico de la decadencia. Lo espera un federalismo de concertacion muy espinoso. La Constitución Nacional de 1994 es de neto corte neo liberal, parida en el gobierno de otro servil (pseudo peronista) como lo fue Carlos Menem para con los intereses extranjeros.
El intento de un pacto de gobernabilidad multisectorial es preciso. Las condicionalidades políticas internas y externas lo estrechan antes de empezar, porque seis meses presumen un suspiro.
El Gran Pacto Nacional requiere un anclaje filosófico de raíz y de una revolución moral de carácter épico: "Nunca mas al neo liberalismo en la Argentina" y por cierto, tolerancia cero a la corrupción de todos los niveles.
Desde el kioskero que lo estafa con los caramelos a un niño hasta los que venden con sobreprecios al Estado; desde los funcionarios que se sirven del Estado para su crecimiento patrimonial por coimas o sobre facturaciones consensuadas hasta el taxista que hace fraude con un reloj adulterado.
La Argentina del hurto, del "choreo" cunde por todos lados porque la degradación social y la descomposición moral es moneda corriente. No es el dolar. Somos nosotros.
Hay una categoría de autodestrucción que nos come por dentro. Esta en esa clase media que odia a los pobres o a los "negros" que emerge babeante en las marchas de este pésimo Presidente que tenemos. Todo se quiere tapar con la bandera celeste y blanca pero el hedor es imposible.
Alberto Fernandez se puede equivocar muy feo si pretende armonizar un triller cadavérico con gobernadores camaleonicos y legisladores viciados de viejas mañas, que hoy quieren pasar por la lavandina de la historia para desteñirse del macrismo al cual sostuvieron prebendariamente. Es la hora del fin de las mutaciones groseras y de las "metamorfosis frankestinianas".
El próximo Presidente recibirá una Argentina gastada, agotada de una larga penuria que se llevo puesta a tres generaciones de la democracia reciente.
Cuando terminen las frases hechas, las sonrisas y las promesas de campaña comienza la urgencia de la verdad. Una verdad que no es la post verdad. Que no es un dato de las estadísticas. Una verdad que es la cruda realidad.
Alcides Cruz
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