El Consejo Político del Partido Justicialista de Misiones después de permitir la manipulación artera de una lista para-oficialista encabezada por la gárgola con la cara de Juanchi Irrazábal continúo con su mandato rovirista. La contumacia de esa cofradía con la falsedad ideológica es, en sí misma, una prueba irrefutable para la intervención nacional.
De un plumazo postergó las elecciones internas hasta posiblemente después del 24 de octubre para llevar al PJ como furgón de cola del Partido Renovador de la Concordia. Una orquestación sin vergüenza, despojada de toda dignidad como la consumación del eufemismo pergeñado para las internas judicializadas.
La Justicia Electoral - condescendiente con el Parque Paraguayo - le había dado a lista renovadora "Dignidad Peronista" la ocasión para que "emprolije" los papeles plagados de candidatos extra partidarios. La lista "Convergencia Justicialista" estaba pulcra e irreprochable, sabedora de los tramposos que tenía enfrente.
Este Consejo del PJ misionero no trepida en violar preceptos orgánicos, inventar escenarios fatuos, actuar con mandatos vencidos y crear engañifas en el rostro del Poder Judicial. Indudablemente se siente cubierto políticamente y adquiríó el vicio veinteañal de la dirigencia oficialista: la impunidad.
La única verdad es la realidad es un apotegma de cuño peronista. Se confirma el propósito artero con excusas inverosímiles de la pandemia en las recomendaciones fijadas por el presidente de la Junta Electoral Roberto Albornoz que ni el mismo se las cree.
Este Partido Justicialista de Misiones quiere erradicar al kirchnerismo porque es aborrecido por su mandante provincial.
Todo quedó revelado. Juanchi Irrazábal en su rol de mascarón de un supuesto kirchnerismo para hacer desaparecer a esa corriente de la tierra colorada. Los ingleses usan esta técnica de sacar la víbora con la mano del otro. Su mecenas político le pidió esta inmolación tal vez con la promesa de una futura senaduría nacional para el 2023. Triste camino al ostracismo.
El único objetivo que tiene el grupúsculo de troyanos de la Renovación instalados en el Partido Justicialista de Misiones es entregar el sello peronista a su patrón Carlos Eduardo. Toda la maniobra irregular desplegada por el filibustero Juanchi Irrazábal tuvo y tiene un solo fin: claudicar la soberanía política del partido a cambio de contratos en la administración provincial. O sea, entregando la independencia económica inclusive.
Aquella triste y fallida presencia del Partido Justicialista jugando en contra del Frente de Todos en las P.A.S.O. y como colectora de la Renovación es un insulto a la memoria y balance de las elecciones del 2019. Después de hocicar como terceros apaleados, los renovadores se volvieron más "todistas" que ninguno. Lo de siempre. Alfombra roja para Alberto Fernández, asimilarlo como propio, pegársele y seguirlo por todos lados, a sol y sombra como hizo aquel flamante Gobernador Herrera Ahuad.
(Había que remontar los años de "co gobernabilidad" con el neo liberalismo macrista.)
Y luego, pasado un tiempito, empezar con la escupidera a pedir y pedir; a peroratear con "la palabra empeñada", a victimizarse de las asimetrías, plañir con la coparticipación. Todo lo mismo. Federalismo para el mangueo y provincialismo para el manejo de los dineros que envía la Nación. (Asinomá e`)
Este Partido Justicialista de Misiones, infiltrado, refugio de conniventes con la Renovación hoy vuelve como el perro a su vómito.
(Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. 2 Pedro 2:21-22)
Indispensablemente, a la luz de los hechos, el perro recibe órdenes y ladra por el dueño; no lo hace por amor a la casa (Patria) sino por el alimento balanceado. En el PJ de Misiones hay que volver a Perón y dejar de sentar perros en el sillón, como lo hacía Macri con "Balcarce".
A las mascotas del radical Pereyra Pigerl les conviene recordar aquellas palabras sabias de Arturo Jauretche. "No se trata de cambiar de collar, sino de dejar de ser perro". Dicho de otro modo dejar de ser colonizados por la Renovación.
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