En Santiago del Estero - pago donde nací - siempre se bailó el chamamé; diría desde el fondo mismo de la historia de esa hermosa música litoraleña.
Los cosecheros del algodón y de las naranjas que provenían de Santiago, a veces con sus familias completas, fueron los transmisores naturales de sus sones y sus formas bailables.
Los santiagueños, más amantes de la rítmica entusiasta de la chacarera y el gato, especulo habrán encontrado el modo más alegre al crear un sincretismo.
Hoy se lo conoce como "chamamé maseta", con la típica estampa del danzarín zapateador, en un deleite enamoradizo para mostrar a la moza sus habilidades.
Véase aqui un ejemplo de esa belleza hecha danza:
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