9/11/2022

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Sarmiento era un racista. Hoy sería afiliado del PRO o amigo de Milei.

El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de Pavón entre las fuerzas porteñas, comandadas por el general Bartolomé Mitre, y las tropas de la Confederación Argentina, al mando del general Justo José de Urquiza. En un combate dudoso, Urquiza retiró sus tropas, aun teniendo superioridad numérica. La victoria fue para los porteños, que extenderían su dominio a todo el país.


La foto post mortem era una práctica de las familias de alcurnia. A Sarmiento lo acomodaron en un sillón con rigidez cadavérica. El expresidente argentino —que gobernó entre 1868 y 1874— nació en San Juan en 1811. Este retrato no fue anecdótico. Según Alejandro Candelón, el médico del prócer, el diplomático argentino Martín García Merou llegó el 12 de septiembre a la casa de Sarmiento junto al fotógrafo Manuel San Martín. La práctica de fotografiar muertos era típica de familias acaudaladas en Europa.


La historia contada con "el diario del lunes" por el historiador revisionista José Maria Rosa dará a conocer que hubo un negociador norteamericano que operaba para la corona inglesa y metió la cola, días previos a la Batalla de Pavón (Santa Fe)  para defender los intereses extranacionales de comercio en los puertos de Buenos Aires y Montevideo. 

Mitre había sufrido una paliza bélica y estaba arrinconado, sin pertrechos ni caballada. Sin embargo Urquiza abandonó el campo de batalla y no volvió más. Guardó sus propios intereses y dejó en la intemperie política a 11 provincias. No perdió el gobierno de Entre Ríos. Ni una sola de sus muchas vacas.  Le regaló el falso triunfo a Mitre y desde allí el llamado "federalismo" No se pudo reponer más. Hasta hoy inclusive. 

Un protagonista aparece en las bambalinas de la escena. Domingo Faustino Sarmiento, un racista, discriminador hecho y derecho. La discriminación del gaucho y del indio con sus posturas europeístas, su amistad preferida con las oligarquías de la época, lo ubicaban como un "hombre del establishment" dirían hoy los medios hegemónicos.  

La trompetería oligárquica anuncia la gran victoria, aunque Mitre no puede mover a los suyos de la estancia de Palacios porque no tiene caballada. Sarmiento, desde Buenos Aires, le escribe el 20 de septiembre: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos” (Archivo Mitre, tomo IX, pág. 363). 

Así avanza la ola criminal, estableciendo “El reinado de la libertad“, como dice La Nación Argentina, el diario de Mitre. 

(Cualquier parecido al presente con las críticas a "los negros planeros", el embajador norteamericano monitoreando al gobierno,etc es mera casualidad)

Sarmiento sigue con sus aplausos: “Los gauchos son bípedos implumes de tan infame condición, que nada se gana con tratarlos mejor”, dice el apóstol de la civilización. Los pobres criollos que caen en manos de los libertadores, sólo pueden exclamar ¡Viva Urquiza! al sentir el filo de la cuchilla.

Mitre y Sarmiento impusieron la pena de muerte de hecho para los adversarios que defendían el federalismo. No debía quedar nada que huela a caudillo o montonera. 

Cunde el degüello. Mitre no se ensucia pero los "libertarios" de la época contratan sicarios extranjeros para matar a los que eran acusados de federales.

Y los ejecutores materiales tampoco son criollos: se buscan mafiosos traídos de Sicilia: “En la matanza de la Cañada de Gómez –escribe José María Roxas y Patrón a Juan Manuel de Rosas-, los italianos hicieron despertar en lo otra vida a muchos que, cansados de los trabajos del día, dormían profundamente“ (A. Saldías: La evolución republicana, pág. 406).

Esa limpieza de criollo que hace el ejército de la Libertad entre 1861 y 1862 es la página más negra de nuestra historia, no por desconocida menos real. Debe ponerse el país “a un mismo color” eliminando a los federales.

Sarmiento muere en Asunción de Paraguay. Una contradicción de la historia puesto que había luchado contra los paraguayos y aún perdió a su hijo "Dominguito" en esa lucha fratricida. La yunta Mitre - Sarmiento es la duramadre de lo que hoy llamamos periodísticamente "La Grieta". 


Así se veía la casa de Asunción del Paraguay, en 1936. El diseño lo hizo traer de Estados Unidos.  Archivo General de la Nación.


Sarmiento era un fumador empedernido. Probablemente sufría de EPOC - enfisema pulmonar obstructivo crónico; la misma enfermedad que mató al cantante Sandro, para citar una comparación. 

En julio de 1887, por sugerencia del doctor Lloveras, Sarmiento (77 años)  embarca hacia Asunción del Paraguay. Lo acompañaron su hija Faustina con sus nietos María Luisa y  Julio. Le había recomendado un clima más benigno para su cuadro asmático. 

A las 2:15 horas de la madrugada del 11 de septiembre de 1888, Domingo Faustino Sarmiento murió en Paraguay. 

No se puede negar su empeño en imponer la educación en la Argentina. Todo hombre tiene sus claroscuros. Ponerle la lupa desde el presente - más de un siglo después - tiene una sola finalidad. Desmitificar y sacar esa pátina edulcorada que por generaciones de argentinos, embadurnó el modelo colonizador de la pedagogía mitrista. Sostener y soportar esa historieta de próceres perfectos, con idearios extranjerizantes, a esta altura de los tiempos, no corresponde. 


*Fuentes. Clarin, Diario de Cuyo, El Historiador.

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