11/27/2021

El ente

Amanecí con el siempre virginal canto de los pájaros de las seis de la mañana de la primavera - verano de 2021. Concierto mágico de la naturaleza que parece indemne a las porquerías de este mundo. Desde todos los árboles bajan trinos como una lluvia de esperanza sonora que envuelve el frescor y arrebata un suspiro desde el fondo del alma.
Probablemente un labriego - pensaba - en este mismo momento hunde su arado en el suelo e imagina que vendrá una cosecha en compensación por el mismo sueño de no quedarse a esperar cosas que caigan del cielo. 
Mientras eso ocurre, en otro lugar de este mundo, los tecnócratas piensan el modo de reconfigurar la especie humana en otros entes manejables a su antojo. 
Que sabrá ese paisano simple y trabajador del metaverso de las nuevas tecnologías de la comunicación; hay una tercera guerra mundial activa como los volcanes. Hay ensayos de muerte con pandemias que no acabaran nunca para los comunes mortales que deambulan creyendo en los atavíos y las modas pasajeras como sus pobres existencias. 
Aunque parezca una letanía de amarguras, entre el amor de los pájaros que desgranan sus silbos como si fuera el ultimo día de sol, y las multiplicadas formas de egoísmo de los que No tienen amor por nada, están los que a pesar de todo, permanecen ingenuos y solamente piensan en el pan que llevaran a la boca de sus hijos. 
Mientras tanto insisten las penumbras de los poderosos, porque los poderosos son oscuros aunque vistan de traje blanco; ríen como las hienas con sus dientes blancos. 
Estados Unidos acelera sus mecanismos de control del ciber espacio para la guerra con China y Rusia,  mientras un espía apaga un cigarrillo mirando por la ventana de un lujoso hotel en Hong Kong. 
Esas dimensiones de películas de Hollywood ocurren a contrareloj del hombre que piensa en la mandioca, en la miel, en la cebolla de verdeo, oteando las nubes para calcular la lluvia con las viejas sabidurías. 
Estamos atravesando la emergencia de una nueva guerra “imaginacional”. Un conflicto cuyo campo de batalla es la cultura y donde el arma son las nuevas tecnologías de comunicación e información. Donde se lucha a rayo partido para conseguir la hegemonía simbólica, para instaurar una mirada algorítmica de concebir y entender el mundo.
Sonara un chamamé por aquí y una polca rural por allá, pero esta vida de los poderosos no tiene nada que ver con la mirada esperanzada del labriego, ni de los enamorados para casarse y tener hijos a los cuales - pensarán cándidamente - que le podrán un futuro que ellos lo están perdiendo a cada momento. 
Pasa esto mientras escribo para contarles que mi mañana tiene  una contradicción insoportable entre el don de Dios, el hecho de estar vivo, pero al mismo conocer que viene una oleada de desamor, de falta de solidaridad, de individualismo asqueroso. 
Leo al pasar que hay experimentos, matrices de sueños colectivos - como el deseo del fin de la pandemia - que van reacomodando la psiquis de poblaciones enteras. Las grandes corporaciones y sus centros de pensamiento ya saben perfectamente lo que van a ser tus creencias en los próximos tiempos.
Y no te tocarán la Biblia, ni el Corán ni ningún libro sagrado. Ellos no disputan la fe de tu corazón sino tu mente. 
Nuestra vida - acurrucada de besos y caricias de madre - o la vida de los infelices, llena de carencias, e intemperie dan lo mismo. 
Ni el que cree que viajando a otro país llegará a conquistar el porvenir puede escapar de esta realidad que No tiene lugar en el universo concreto y material, ni en el desayuno o la tajada de sandía que prepara para un mordisco. 
El mundo que viene es inasible, la lucha será en el pensamiento, en la imágen y la idea que -así como el agricultor siembra en el suelo - habrán de germinar en el cerebro de los individuos. 
Muchas personas con la pandemia, poco a poco, van dejando de ser personas y se transforman en individuos.  Odian con facilidad, no sienten nada por el otro, pasan a lado tuyo sin conmoción por tu llanto o compasión por tu suerte. 
Es una realidad apremiante, absolutamente extraordinaria que se desata en el interior de lo que queda de un ser humano. La programación y la dependencia digital irá aniquilando los sentimientos originales.
Sentirás frío o calor según les plazca. Serás adicto libando tu propia sustancia química. 
La experiencia humana en el futuro está en el cerebro. Pensarás lo que ellos - los poderosos - quieren que pienses. Y no podrás escapar a ninguna parte porque habrá otra persona viviendo dentro tuyo. 

Alcides Cruz





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