Por Alcides Cruz
¿Asistimos al mayor experimento
planetario de la historia humana? ¿Acaso era la fase que faltaba después de la
Guerra Fría, los golpes militares, de las prácticas del ultra capitalismo, del endeudamiento
para colonizar y fracturar territorios periféricos?
Llegó la hora definitiva de la
verdad. Necesitamos que esas 12 familias, el 2% que resume el poder económico -
financiero del planeta nos revelen sus íntimos deseos.
Si una orgía de poder mesiánico se
programó en los jardines palaciegos, entre reyes, banqueros y poseedores de las
fortunas de occidente, llego la inevitable necesidad de la luz.
Dígannos pues señores, si nos van a
perdonar o si nos van a pedir perdón por un holocausto del que nuestros hijos,
ni aún generaciones más contemporáneas tienen la culpa. Los pueblos empobrecidos se han cansado de
vivir en el Auschwitz financiero creado por ustedes.
Y vuelvo a preguntar ¿Cuál es el
pueblo bendecido por Dios si hay tanto sufrimiento?
¿Se quedarán con el Santo Grial de
la química, el oro de todos los sarcófagos y de todos los crisoles? Encontrarán
un iluminado día el elixir de la juventud eterna, de pieles lozanas y rostros
simétricamente bellos? No quiero imaginar que se quedaron suspendidos en
el Síndrome de Estocolmo con el nazismo.
No quiero pensar que también inventaron a Hitler y les salió mal como el
coronavirus.
Hasta aquí No han probado ser
mejores. Solo hicieron películas.
El diario del lunes cuenta que los
servicios de inteligencia norteamericanos sabían en 2008 de un escenario de
pandemia global; que la Rockefeller
Foundation dió informe en el año 2010; que Bill Gates era Nostradamus en 2015 y
mostró un simulacro de infección global irrespirable.
Que los ciclos humanos se dividen
por pestes desde la época de Tucídedes, pasando por la peste bubónica, la gripe
española, los piojos, sarna lanzada por los japoneses a los chinos,
el dengue sembrado a Cuba, las gripes; el Ébola, el SARS 1 y 2. Una síntesis del odio a la raza humana. Ustedes lo sabían todo. Teatralizan perplejidad.
Se cayó la solapada supremacía
racial o del dinero fomentada por un periodismo repugnante, genuflexo a emisarios
de las multinacionales. El neo liberalismo es la enfermedad autoinmune del
capitalismo.
El pueblo debe estar atento a los
que hablan desde la vereda de los cobradores. A los voceros mediáticos que
propician vivir sodomizados en el cabaret financiero de los bancos de afuera.
Enceguecernos, taparnos los ojos es la consigna. La clave es la
utilización del miedo como herramienta de suspenso. La batalla más importante después
de lo sanitario, es cultural. El campo del combate cuerpo a cuerpo será en los
medios.
Hoy la conmoción de los serviles de los mercados pasa por la caída de
las bolsas, del petróleo. En la riqueza ficticia de las pantallas bursátiles una
pompa de jabón explota a cada segundo.
La gula financiera desborda los límites de la saciedad. La comida
chatarra de bonos, de informes auto referenciales de riesgo, de países con
fecha de vencimiento va a los vertederos donde los indigentes asaltan los
camiones de basura, para comer lo que se pueda rescatar de la inmundicia moral
de los tecnócratas.
El Papa Francisco nos habló de los descartables contemporáneos en la
Encíclica “Laudato Si”. Los pobres, los ancianos, los marginados, los
minusválidos, los enfermos mentales, los adictos, sobran. Son los zombies que emergen en la tumbas a cielo
abierto de las ciudades sin alma.
El cambio climático está presente. Ni siquiera los genios podrán
escapar aunque se entierren con víveres en los subsuelos. Los búnkers no
servirán de nada cuando los cañones apunten hacia adentro de sus propias
cavernas. Las beligerancias geo estratégicas se tiran con poblaciones huyendo
de las bombas, el hambre, la desertificación climática, la indigencia.
La usura sinárquica aceleró el
tiempo de cobrarse con recursos naturales o quedarse con pedazos de países
deudores.
El Amazonas perdió un 30% de su
flora en el último año. Lo incendiaron los acaudalados desplazando a nativos.
El bosque australiano también se incendió.
Demasiadas coincidencias para un
fin del mundo televisado en directo.
Langostas en los campos del África,
huracanes e inundaciones, aludes y deshielo de glaciares en los polos. El
corrupto empresario en contubernio con funcionarios y el juez, manda a sicarios
para sacar las tierras a una familia campesina en el norte para plantar soja;
una ballena encalla en las cosas de Río Negro desorientada por los celulares.
Otros miles de hombres, mujeres y niños mueren ahogados en el Mediterráneo
huyendo del hambre y las guerras avaras.
Los pueblos están tristes,
profundamente solos. Inventan paisajes, comidas exóticas, diversiones fatuas,
una fantasía que se compra y se vende.
¿Hasta cuándo los países del mundo
bailaran el minué de los buenos modales hipócritas en cumbres climáticas que no
sirven para nada?
Corrigen un punto, una coma, una
palabra, inventan otras. Mientras tanto...una pequeña sueca grita por las
futuras generaciones a los señores burócratas que viven de la energía estática
de las alfombras rojas.
Lo espiritual promete el ascenso de
los elegidos por el amor de Dios, pero mientras tanto los adoradores del
becerro de oro preparan la Luna, Marte, satélites. Ay de los predicadores que no entiendan que
la batalla es en el corazón del hombre! En el lado oscuro de la historia sagrada.
La peste es el hombre sin alma.
¿Quienes manejan el mundo a su
antojo, que querrán? ¿Quedarse solos hasta que un pérfido día salgan de sus mansiones al vacío cósmico? De paso vale preguntarse ¿Quién descongelará a Walt Disney?
Hoy los ricos del planeta vuelcan
sus fortunas para que los científicos encuentren una vacuna, un remedio al
desastre sanitario mundial. No por generosidad ni beneficencia sino por la
propia preservación. Sin vida no hay negocios. De la Caja de Pandora abierta en
intrépida curiosidad, salieron murciélagos, como sombras veloces de la muerte sobrevolándoles
las cabezas en la negrura. Es la noche de la ignorancia de los vanidosos.
El trío poderosos de los chinos,
los rusos y los estadounidenses desvelan los naipes ante la atenta mirada de
Israel, los árabes y los ingleses, los alemanes y el resto de Europa. El mundo
es un garito. Wall Street y las bolsas del mundo apuestan a los escombros en su
febril pulsión de apostar.
Se disputan el comercio mundial, la
comunicación transmundial, el petróleo, el litio, el agua dulce, los
medicamentos y los alimentos transgénicos.
Rusia vuelve a imantar a una parte
de Europa que no fue integrada plenamente. La Unión Europea ya no espera
demasiado de la OTAN y vela sus propias armas e inteligencia; el gendarme del
mundo se va rasgando mares con Inglaterra que no puede con su genio pirata y retorna a las andanzas por océanos
lejanos. Su Primer Ministro, fue el
tamborilero de una gobernanza mundial, donde los poderosos diriman lo que el
resto de las naciones debe hacer con sus economías y sus vidas. Puro gatopardismo.
La fase del militarismo sublimado en
democraduras sustentadas en law fare está en alza. Los pueblos huyen hacia
adelante.
El Papa Francisco pide pan y no
armas. Otra vez retumba una carcajada en el espacio vacío de una catedral,
mientras un masón encapuchado se pierde entre las sombras.
Al otro lado del mundo, un payaso
macabro llora lágrimas pintadas mientras busca un culpable.
Nos queda vivir el Gran Hermano en la vida real. Las huellas de
nuestras manos, venas, ojos y cadencia
motriz. La Big Data revela que la clave de la Bestia es alfanúmerica.
La panacea de la biotecnología nos
anticipa el viaje nano molecular por el cuerpo como lo soñó Julio Verne
atacando en los ríos sanguíneos colesteroles, bacterias y virus invasores. Un
tercer ojo se acuesta en nuestra almohada.
Ya no quedan armas por inventar. Después
de la nuclear, la de hidrógeno y los virus alcanzamos el umbral de la potencial
extinción. La etapa más perversa.
Las mentes de científicos
deshumanizados, vuelven verdugos a los laboratorios. El umbral de la extinción
potencial no es ciencia ficción. Se escapó la muerte de un tubo de ensayo para
replicarse a sí misma.
Llena de cicatrices por las
inclemencias de la vida como el hambre, la enfermedad, el dormir en la
intemperie, hacer malabares en las esquinas, de pedir para comer; que la golpeen,
la violen, la engañen, la Argentina es la errabunda que quiere volver a la casa
paterna y fraterna.
Volver a la Patria es retornar al
trigo sembrado por nosotros mismos para el pan de las generaciones presentes y
futuras. No necesitamos pedir las herramientas de labranza a nadie; tenemos la
tierra y el agua; urgen nuestras semillas originarias. Urge instaurar la soberanía
ambiental y territorial aún sobre la propiedad privada. Que la usura se cobre
de las cuentas bancarias llenas de dólares fugados. No es comunismo ni
liberalismo. Es supervivencia. Quedarse en casa es cerrar la tranquera. Nuestro pueblo debe comer las primicias. Si hay
excedentes en el granero, intercambiar los frutos con los aliados que respeten
los mismos valores y sueños.
Vivir simple y sencillo es el
mandato de la hora. Sin veleidades primermundistas ni preocupados por tableros
antojadizos creados por los mismos esclavizadores. Que nos pongan miles de
puntos y porcentajes, pues siempre calculan la sangre que nos pueden
extraer.
El pueblo debe ser reeducado para
la libertad patriótica. Nuestra identidad no es rubia europea ni anglosajona,
sino morena latinoamericana.
Estamos aprendiendo a sentirnos
inmensamente solos, como retornando al vientre de la madre, sin llanto.